sábado, 16 de noviembre de 2013

- EL MARATHÓN DE VALENCIA -



Domingo 17 de Noviembre. Una de las mejores marathones en donde un gran fondista puede estar. Es, Valencia. El marathón de Valencia. La ciudad del sol y de la luz, que este año estará regada por una más que previsible y necesaria lluvia. Filosofía positiva entre los organizadores. Filípides y Cronos se ponen a veces traviesos y hay que aceptar.
Buscan bajar de 2 horas y 8 minutos. Ya tenemos liebres, como hacen los grandes marathones de los ricos. Fondistas africanos con referencias para marcas destacadas. Valencia quiere un marcón para proyectarse in crescendo y de forma definitiva. A pesar de la humedad, y del agua rara esta que nos ha sorprendido entre extraños días de verano que no semejaban llevar rumbo a la gran tradición de la Navidad.
Valencia está ahí. En el Mediterráneo. Para disfrutar de cada zancada, de cada sudor, de cada grupo, de cada galope, de cada reto, de cada sueño y de cada valentía. Nuestro cauce seco del río Turia es nuestra convocatoria habitual. Nuestra fábrica de esfuerzos. Todo el mundo ha corrido por dicho ajardinado lugar. Ha de ser excitante para un extranjero o un foráneo probar nuestra carrera épica. Se está bien aquí. Vale la pena. Hay buen rollo y excelente organización. Raramente ha pasado algo. El "Correcaminos" y la "Divina Pastora" se curran la prueba. Hay ganas y ambición. Sigue el progreso.
Antes era todo diferente. O, casi. Porque los cuarenta y dos kilómetros más los ciento noventa y cinco metros mascota, siempre fueron muy duros. Y eso nunca va a cambiar si no has entrenado lo suficiente.
Pero, sí. En mi época era todo más de la terrecita, de lo valenciano, incluso de lo de Canal Nou, de Tony Lastra o Roberto Ferrandis, de los populares como yo que nos atrevíamos a hacer el burro valiente y desde unos circuitos más exigentes y nos salíamos a malconvivir con los vientos contrarios de la Dehesa de El Saler, y las marcas se ajaban y el sufrimiento se potenciaba. Nos daba igual a aquellos maravillosos locos descerebrados y medio masocas, a los que nos chiflaba la extrema dureza. Como cuando cogí una pájara en El Saler,-a falta de 10 kilómetros-, y todavía no he logrado saber cómo fui capaz de rebasar la línea de meta sita en el Paseo de la Alameda. Cuna de esta carrera. Donde empezó todo.
Ahora la gente va preparada. Hay poco loco. Se sacrifican. Planifican una más que decente preparación, y ya no todo es alarde de Supermán o coquetería de Barbie sexy y audaz. Los tiempos actuales le dan sesera al atleta popular, y realidades a los grandes y maravillosos antílopes africanos.
Este marathón de ahora se ha modernizado, y hasta el último de sus cabellos está peinado. No se deja apenas nada a la ocurrencia o al capricho. Todo se ha vuelto serio y consistente aquí. Es una marathón vanguardista y de buenas zapatillas, y de franceses e italianos y de todas las nacionalidades. Es un marathón ecléctico que crece y se desarrolla por la necesidad empresarial y por el impulso del joven que cree en el reto y en la aventura. Porque Valencia es una aventura loca y pasota que también se pone la corbata y el rigor.
Más allá del agua que regará las cabezas de las nuestras y de los nuestros, y de todo lo que tantas horas de correr va a proponer, yo que he sido marathoniano siempre me saco el sombrero cuando les veo trotar camino de sus sueños felices. Y voy y les aplaudo porque sé lo que es ésto. Y les doy la enhorabuena y la suerte que tienen corriendo en mi Valencia, incluso aunque el público sea comodote y mirado. Es igual. ¡Valencia es vuestra, muchach@s!
Salid ahí afuera y dadlo todo con la cabeza fría. Sed felices ahí sufriendo como maravillosos masocas y fantásticas y admirables féminas. Porque tenéis más que bemoles, y desafiáis al viento y al meteoro, y cuando llegáis cual Filípides a Atenas contáis todo lo felices que habéis sido.
-TODA LA SUERTE-

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