La "Roja". La mundial campeona de fútbol y de Vicente del Bosque, tuvo que cumplir un compromiso y una pachanga, como hacen los clubes grandes en las pretemporadas. Parece que el objetivo era meramente económico. La excusa, el fútbol.
Se criticó y con razón que el impulso intercomercial se hiciese en la tierra de tirano dictador Teodoro Obiang Nguema. Y que todo vale para el tema del money. Y mucha verdad hay en la afirmación. Más que mucha.
Es un pueblo africano. Un país que fue colonia española y que tiene oro de petróleo. Fue un safari exótico y lleno de emociones y de ternura. Porque Guinea Ecuatorial lo dio todo e hizo lo que pudo sobre el verde césped.
Su nivel es bajo, son pocos habitantes, pero entusiastas y alegres. Enfrente, tenían al mejor de los mejores equipos, y eso y mil cosas más llenó el campo. Su entrenador es el ex jugador y duro defensa bilbaíno Goikoetxea, que fue polémico y excelente futbolista. Lesionó a Maradona y a Schuster, y hubo lógicas discusiones y polémicas acerca de su exceso. Nostalgias y miradas al atrás.
Lo más bello de ayer, comenzó con el himno guineano. Mi egoísmo patrio tenía un elemento de acercamiento que todo parece disponerlo con mayor empatía. El vehículo de la lengua. Los guineanos hablan el idioma de Cervantes. Sí. En medio del África imposible, hay cercanía y similitud. Los negros hablan el idioma de los blanquitos españoles, y eso les da costumbre y belleza. El idioma les disimula sus desequilibrios en libertad y en justicia social, y hace que esa barrera del no entenderse se diluya más.
El partido fue un entrenamiento ante un rival inofensivo. Se ganó 1-2 y por esa mínima, porque Guinea es menor y porque España no puede motivarse ante los no rivales. Ayer era todo un escaparate y una presentación, un desfile de marcas, y la posibilidad de oler y de estar cerca de palpar a unos mitos inolvidables. Mutua simpatía, porque no había encono o rivalidad, y en donde el público quería por un igual a los suyos y a los españoles bajitos y mágicos. Fue un regalo navideño para una gente pobre y con subdesarrollos.
Lo peor fueron los nervios de Fidjeu, que le soltó una patada a Xabi Alonso que le dejó fuera de combate. Afortunadamente, solo es un golpe fortísimo. Me recordó a cuando un excluído le arrea a destiempo a un banquero. Solo es desesperación y ambición. Orgullo desmedido. Pero fue un choque blando y sin excesiva sal. Una pasarela sin calidad pero con presencia. Un evento tierno.
África, los cocodrilos y las enormes bellezas, los grandes simios y las colosales distancias. No se quejarán los jugadores de oler tanta hermosura. Lo de ayer fue una aventura, en la cual los racistas sacaron toda su aparente farsa de ingenio. Pero a mí me pareció entrañable la idea de que los Lakers visitasen al Estudiantes o al Gavá.
Si se ha conseguido que los negritos de Guinea nos recuerden y con ilusión, todo habrá valido la pena. Porque si yo fuese negro y pobre, y no tuviese libertades ni esperanzas, o tiranizado por un jefe que vive de la pernada del petróleo, me refugiaría por unas horas en un reallity posible que es el fútbol. Ese gran sedante distractor. ¡A divertirse! ...
Guinea Ecuatorial. Aquella mágica colonia. El chimpancé "Tarzán", que estaba en el zoo de mi Valencia y que fue un regalo de Guinea a Franco que acabó en poder del director de dicho zoológico que era sobrino del poeta Alberti. Ayer volvimos también a unos tiempos en los que de negros en España solo estaban Antonio Machín o el boxeador pelota de Franco, Pepe Legrá. Y, pocos más. Los del fútbol. Los brasileños de color. "El negre", como se le decía al valencianista Waldo, gran goleador.
Sí. Ayer hubo nostalgia y curiosidad. Negritud y realidad. Novedad, oropel e hipocresía. Guinea Ecuatorial volvió por unos minutos al mapa. Lo malo es cuando nos vamos y ahí se quedan los guineanos con su dictador. La buena noticia, es que si alguien de ellos lee mi escrito también dirá que es su lengua. Y eso acerca mucho.
-LA LENGUA QUE HERMANA-
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