lunes, 18 de noviembre de 2013

- MI SEGUNDO INVIERNO EN MÍ -



En mí.  En mi casa. El calor de mi Valencia se ha hecho a un lado. Y, sin otoño, ha llegado el frío y me temo que para quedarse ya. Todo ha comenzado a cambiar. Ropa de abrigo, y a las estufas.
Saludo a las estaciones que pasé en mi casa de mí. En mi lar he comenzado una nueva aventura necesaria, hará aproximadamente un año. En mi casa empecé a pasar las noches y los descansos. Hace un año que empecé a aterrizar en mí y a tomar la iniciativa de jugármela en solitario. Necesitaba hacerlo. Afortunadamente, sí ...
Acepté muy bien el invierno primero y lleno de incógnitas. Fue duro pero satisfactorio, apareció la primavera clara y resueltamente llena de luz, y abrí los ojos a más cosas. Confieso que el verano nunca será mi amigo, dado que no lo soporto bien y te obliga a muchas cosas que desagradan. Ha sido la peor estación con la que hasta ahora he convivido. Quizás. mi asignatura pendiente ...
Y, de nuevo el invierno. Mi segundo invierno, en el que me siento orgulloso de haber aceptado mi reto de crecer con mil ilusiones y hasta apretando los dientes. Más que pasar este año bien o mal, la buena nueva es que lo he pasado. He podido estar un año en mi casa viéndomelas conmigo mismo y con mi realidad. He sido yo con todos mis matices y vertientes, y he acumulado experiencia entre mis novatadas. Sí. He cabalgado sobre mis grietas y carencias, he convivido aceptablemente con mis temores y sobresaltos, y he descubierto que mi fortaleza a prueba, ha aguantado.
El rubicón mío que marcha camino de mí y de mi ubicación, ha soportado avatares, soledades, incompresiones y tristezas. Pero mi barco rompehielos ha seguido surcando el sendero y no ha podido pararse. La vida, mi vida me he empujado rápidamente desde la teoría hacia la práctica, y en mi desgaste obligado han habido igualmente unas enormes satisfacciones que aún no puedo valorar y saborear como correspondería. La mejor noticia es que he sido realmente, yo. Me he acercado mucho más a ese yo que otrora solo pude imaginar como un esbozo y en la lejanía.
Sigo. Si he logrado convivir con toda la dureza durante todo este tiempo, nada va a pararme. Me he dado cuanta de que solo voy a seguir conjugando mi verbo crecer. Quiero, más. Quiero seguir en este camino propio porque me voy familiarizando con cosas que nunca había tenido la oportunidad de dar cancha a que pudieran sucederme. Ha sido el yo más real de mi vida.
En todo este tiempo que renace y sigue, he cometido grandes errores y aciertos, y he tenido dudas y me ha pasado de todo. He llegado a lugares inexplorados e inéditos, me he medido con los demás, he estado en y con mis silencios, y no ha habido ni un solo momento en el que haya pensado convencido la idea de dejar mi proyecto de autogestión y de tirar la toalla.
Además de cuidar a mi madre tesoro, he buscado actividades para desconectar de mis obligaciones. Estar en mi casa también ha sido un sobreesfuerzo. He necesitado salir a estirar las piernas, tumbarme en la cama para asimilar toda mi nueva información, y tomar mi nueva libertad con la mejor y más positiva de mis filosofías. He seguido cantando en el Coro, y ahora he emprendido el loable afán de aprender a cocinar con salud y equlibrio en la dieta.
Sí. He buscado retos. Me los he extraído de mí mismo, de mis conclusiones personales, de mi verdad, y de mi deseo. Me doy cuenta de que un año no es nada, y que me queda todo un mundo para estar y vivenciar. La seguiré estropeando, pero menos. Y aceptaré ya más cosas, vividas desde mi experiencia, y le seguiré dando color y hasta magia a mis sueños necesarios. Por eso le doy cual Violeta Parra, todas las gracias a la vida.
-A MI VIDA QUE SIGUE-

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