Sé donde tenéis el dinero. Sí. Claro que lo sé. Os tengo. Lo que pasa es que no lo sabéis. Creéis que no pasa nada con vuestras fortunas bancarias y financieras. Pensáis que no sé cómo blanqueáis el money, procedente de los narcos y de los demás chanchullos. Sé que robáis. Que nos robáis a los pobres. Y eso soy consciente de que no es nada tranqulizador para vosotr@s.
Tengo la más sofisticada información privilegiada. No os libráis. No solo es Julian Assange, o Falciani, o todos esos maravillosos bocazas. No. Yo también participo de la realidad y sé cómo os las gastáis. Y no voy a pasar por el aro. Soy un ciudadano. Y un ciudadano con derechos. Un ciudadano democrático que tiene la suficiente sensibilidad como para darme cuenta de los grandes abismos y desequilibrios, y de que hay gente que sufre y se muere.
Sé que os da igual todo. Los Estados, los ciudadanos, los pobres, los que no tienen nada y los que pasan las noches al raso. Sí, mafiosos. Sé quiénes sóis. Y cuánto dinero tenéis, y que ese dinero es una obscenidad para los tiempos que corren.
Lo que pasa es que vosotros os creéis en el Cielo, y en el Olimpo, y en vuestro luxe de ombligo blindado. En vuestra atmósfera de usura y ambición avara. No paráis de almacenar el dinero. Os llueve.
Cada día, cada minuto, cada segundo, vuestra fortuna crece y crece, y vuestros bolsillos han de ser reforzados porque se rompen de tanta abundancia. Sóis avaros de sacos rotos e insensibles que vivís en una disneylandia inaudita, potente y voraz. Pero no os hagáis demasiadas ilusiones. Os veo. Cada uno de vuestros movimientos es mío. Conozco hasta vuestra forma de caminar y los métodos de vuestros escondrijos. No podéis dormir con serenidad. Existe mucha más gente además de los de vuestro miserable club top.
Tengo vuestras caras, apellidos, contactos, sé lo que hacéis y quiénes sóis, tenéis los cabellos rubios, morenos, y todos los centímetros y medidas de vuestra ropa. Todo está contado.
Defiendo a la gente que no se puede defender. Estoy aquí para pararos. Soy el policía que no os va a dejar respirar, vuestro localizador implacable, el que puede tumbaros y dejar en ridículo con una decisión mía.
A mí no me dobláis. No podéis hacerlo. Estáis en mis manos. Porque aquí, el ultraneoliberal soy yo. Todos vosotros sóis unos niños al lado de mi poder. Solo sóis aspirantes a piratas y a facinerosos. No valéis un pimiento de fuerza. Tengo todo vuestro mundo al desnudo y en el pleno mes de diciembre. Sóis más vulnerables que un bebé de teta, y os montáis unos horizontes errados. Es mentira que nos sometéis y que nos ganáis. Solo es que necesitáis creer éso ...
Yo estuve con vosotr@s, pero nunca podéis imaginar mi excelso poder. No se nota aparentemente. No me véis ni sentís mi resuello, pero yo estoy ahí como la mosca cojonera de Robin Hood. Y el tiempo dará fe y constancia de los vencedores y vencidos, de los poderosos y de los sometidos. De los verdaderos.
Veo mucho más allá de vosotr@s. Caeréis. Está eso ahí bien cerca. Porque no solo habéis perdido toda la credibilidad democrática y general, sino porque no se os tiene el miedo que creéis. Y sobre todo, porque nada de vosotros se sostiene. Es demasiado pueril.
Sóis niños malcriados. Pero yo soy una especie de enviado de justicia que estoy aquí para haceros ver que vuestro mundo es papel mojado en medio del gran tsunami demográfico. Sóis demasiado poco para mí. Hormiguitas. Y vendrá un tiempo en el que lloraréis y nos rogaréis mucho perdón. Lloraréis lágrimas de cocodrilo.
-AL TIEMPO-
0 comentarios:
Publicar un comentario