miércoles, 28 de agosto de 2013

- DESCUBRIENDO MI CASA -



Es lo más bonito de toda esta etapa de mi vida. Mi casa, mi tiempo,    mi    verdad   ,  mi descubrimiento tardío de mi realidad, y mi cotidianeidad antes velada por avatares de mi sino.
Lo más bello y auténtico, es lo mío. Mi preocupación por mí y mi investigación acerca de lo que sucede. El respirar verdad. El acometer mi responsabilidad personal sin intermediarios o valedores. Yo solo frente a mí mismo.
Sí. Siempre es rico verse la verdad interior. Y admirar la belleza de lo que me aparece como inédito. Las riendas de mí. Mi libertad y mi responsabilidad. Porque cada paso, cada movimiento, son aventuras que me valen la pena y me causan gratitud.
Son duras, muy duras, las caídas y los errores de novato en lo vital o experienciado, pero cuando me pongo de nuevo en pie siento una satisfación que la palabra no puede transmitir.
La complejidad. El mundo y la persona somos complejos y todo es chicha, y nada es simple ni a brochazos. Y ese reto, os aseguro, que aunque a veces agobia, es apasionante de ser transitado.
El otro día miré hacia el techo de mi casa viejita, y maravillosa para lo que para mí supone y representa. Nací ahí. Ahí di mis primeros pasos y bajé y subí mis primeros escalones. Ahí estuvieron mis abuelos y mis padres, y mi hermano. Y ahora, en cuanto termine de cuidar a mi madre, es mi casa. La mía. La de nadie más. Pero cuando uno se mete dentro de su casa y la hace suya y la disfruta y también padece, se fija en mil millones de nuevos descubrimientos.
Por ejemplo, en las lámparas grandes del techo. Tengo varias. Es una distribución arcaica de la luz. Carece de la modernidad de los tiempos actuales. No es una luz de hoy. Se mantienen los focos del pasado. Porque, una lámpara, tiene muchas bombillas y es estática. En esa luz hay inmovilismo y falta de recursos.
Otra muestra o complemento de lo anterior, es el juego de las llaves que dan la luz. No sé si dispondré de dinero para hacer el cambio y remozar. Quisiera que mi casa tuviese alternativas y opciones variables de luminosidad. Espacios cortos y delimitados, una iluminación moderna, actual y práctica, y todas esas cosas del tiempo de ahora.
Pero, por el momento, la excelente noticia es que todo esto de la disposición de la luz y de las viejas lámparas, parecía pasarme desapercibido hasta ahora a pesar de estar ya un tiempo viviendo en aquella entrañable casa desde mi nuevo tiempo.
Sí. Puedo ver otras opciones de luminosidad y de confort, puedo levantar la cabeza desde abajo y contemplar detenidamente las características de toda mi casa. Y decidir o empezar a esbozar una opinión sobre lo que me agrada y sobre lo que no. Estoy empezando a elegir gustos y adversidades, avanzando hacia ese sendero personal y tierno, propio, y hasta mágico.
Puedo ver en dónde estoy realmente. Y con quién estoy. Y qué les pasa a estos muebles, y por qué aquellas habitaciones están allá y no aquí, y mil millones de matices y apreciaciones más.
Me estoy familiarizando con todo lo mío, avanzando hacia mí, mirando sin temor a la tristeza o sin la euforia en la alegría. Estoy empezando a reubicarme y a volver a pertenecer a mi casa de siempre. Parece que mi soledad allí me lleva a desentrañar extrañezas y a desterrar nostalgias. Y me pongo práctico y en acción. A pesar, de que tengo que descubrirme cientos y hasta miles de cosas mías que sucesivamente se harán presentes.
-EN MÍ Y DESDE MÍ-

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