Es hermoso. Esa metamorfosis que en mí tiene lugar, lleva una gran carga de satisfacción y de cosa grata. Sí. En la medida que voy desembarcando en mí, en mi realidad y en la realidad de los demás, percibo un mundo diferente y cotidiano, inédito para mí, mas extremadamente bello por real.
Nunca imaginé ésto, aunque siempre creí en mí y nunca en la derrota. Siempre estuve ahí dando la paliza sana, porque notaba que no caminaba por un claro sendero. Lo noté casi desde siempre, y lo ratifiqué al ver el desconcierto vital y personal de mis progenitores.
Pero cual irreductible, luché por lo mío. Mis cosas no coincidieron con las etapas a superar que Cronos indica, pero eso no fue óbice para mí. Yo, quería más. Yo, quería mucho más. Descubrirme, y acercarme a mí mismo todo lo posible.
En estos calurosos días de Agosto, dispongo de alguna hora más de reloj para mirarme con más detenimiento a mí mismo y a mi paisaje personal. Aquí está mi casa, el legado de mis padres, apenas sin reformar, y llena de carencias. Pero hay una enorme convicción. La idea de pertenencia y de libertad. Mis conquistas de mi espacio personal acaban imponiéndose a todos los temores elucubrados o reales.
Me doy cuenta de que todo esto es nuevo para mí. Que me falta muchísimo para habituarme a mi cotidianeidad. Pero pasan y pasan los días, y el desierto bello de mi vivir se llena con experiencias y sucederes. Si siempre pasan cosas nuevas, no digamos cómo vivo yo esa bisoñez. Con mil sentimientos que llaman a un cansancio más mental que físico, pero que accedo como superable cual un fugaz muro en el kilómetro treinta y dos de una prueba de marathón. ¡La vida lo es! ...
Me levanto de la cama, raro y desconcertado. Nuevo, y un tanto cansado. Con la cabeza llena de preguntas y de respuestas. A continuación me voy a casa de mi hermano a cuidar a mi madre, y al volver aquí a mi casa mágica y propia vuelve a aparecer similar sensación.
Una vez en mi casa, debo tenerme toda la paciencia. La clave, es ir adaptándome a la nueva situación por mucho que se produzca desgaste en tal tránsito. Pero es un desgaste enriquecido, de los que valen la pena, de los que curten, y son además de necesarios, orgullosos y básicos.
Seguir creciendo no es fácil. Siempre sientes la deuda y hasta la tentación de que sean otros quienes te hagan las cosas. Grave error. Si yo quiero decidir las situaciones por mí mismo, he de tener un cuidado más que necesario.
He de levantarme muchas más veces de esa cama donde descansa mi ternura, y aprender a mirar desde mis ojos mi horizonte más hermoso y real. Mis deseos más posibles, ejercer mi yo sin ambiciones y con summa paciencia. Dejarme crecer a mí mismo sin premuras ni cortapisas.
No evocar a familias inexistentes ni a sueños victimistas. Únicamente, hacerme camino. Sí. Caminar. Dar mis primeros pasos aunque sean balbuceantes, cogerme a las paredes si veo que las emociones me afectan, y nunca perder la sonrisa.
Todo esto es un reto humano y majestuoso. Lo estoy haciendo. Sigo haciéndolo entre torpezas y aciertos, pero pongo toda mi nobleza en mi nueva vida que empezará.
-Y SEGUIRÁ Y SEGUIRÁ -
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