De madrugada acababan. El Atlético de Madrid y el Fútbol Club Barcelona empataron a uno en el partido de ida de la Supercopa española. El Nou Camp dictará sentencia.
Han llegado las competiciones bien precozmente. No parece importar ese achicharrante calor de este verano fondista. Solo importa Brazil 2014. Hay que darse prisa. Muchos aviones futbolistas han despegado ya y casi a la vez. La gran temporada ya va estando con nosotros. Por ejemplo, ayer.
El Barcelona pareció en el Estadio Vicente Calderón un calco del año pasado. Pesadote, sin profundidad, llevando el control de la pelota, y con un Messi medio lesionado.
Lo mismo, que el animoso Atlético del "Cholo" Simeone. Los rojiblancos salieron al campo con la idea de su entrenador en la cabeza. Hacer pressing incómodo y salir corriendo para aprovechar la velocidad de su nueva estrella el "guaje" Villa. Y a fe que se afanaron en tal objetivo. Molestaron por todos los sitios, se pegaron al renqueante Messi hasta aburrirle, y nunca olvidaron los balones divididos. Fueron de nuevo una pared ante la zona de creación del Barça. Y en una de éstas, Villa hizo el 1-0. Y el Atlético fue durante la primera parte superior claramente a su rival.
Asfixiado en su zona de creación, el Barcelona esperaba que algún balón lo aprovecharan Pedro o el ayer animoso Alexis, pero eso no era lo lógico desde el transcurrir de las cosas.
Lo interesante de ayer fue la novedad de ver qué hace y dice el nuevo entrenador barcelonista "Tata" Martino, y ver que Simeone no entiende de pausas ni de treguas. Es un enorme profesional.
Calmo el "Tata". Conciliador. No va de estrépito, y utiliza tila para suavizar las cosas. No cuestiona. Si solo le han reforzado la delantera, no se muestra quejica. Asume sus cosas y hace apuestas sobre lo que va quedando en el banquillo. Vive el fútbol, pero trata de no entrar en crispaciones excesivas. Quizás aún sea pronto para juzgar al "Tata" y ver si es de transición o de fuste.
La segunda parte, la impuso la climatología. Calor y más calor. Esfuerzo roto ante una lucha en el centro del campo un tanto suicida físicamente para las fechas actuales. El Atlético acusó el cansancio, y el Barça tuvo más resuello. Y un cabezazo de Neymar les dio resultado y confianza: 1-1.
La segunda parte, casi sobró. Fue un quiero y no puedo entre unos y otros, y encima reservaron a un Messi tocado muscularmente todavía. Aún es pronto para el fútbol. No es tiempo para darle mucha importancia a las cosas primerizas que van pasando. La segunda parte no tuvo calidad y sí profesionalidad. Los equipos han de seguir rodándose.
A Villa se le vio feliz con su nueva camiseta, Valdés seguía de inercia en la portería, y en las gradas futbolísticas se hablaba de muchas cosas diversas. Xavi Hernández parecía tener sueño ante el bosque de la estrategia, e Iniesta se daba cuenta de que aún son vacaciones. El fútbol aún está verde y por definirse. Han venido de las giras financieras con poco rodaje ni ritmo de competición. Seguramente en el Camp Nou se definirán cosas diferentes. Han de pasar más sucederes.
Y en medio de los comentarios entre todos, el fichaje millonetis de Gareth Bale por el Real Madrid. Bien cerca de los cien millones de euros dan la angustia del desequilibrio. En la mitad de la crisis general, el fútbol farda y se hace el chulo mientras Iker Casillas parece haber caído en la nada grata adversidad dado que no le ponen. Sí. El fútbol está también fuera de los campos. Ancelotti no pone de titular al mejor portero del mundo, y ahora el presidente Pérez ficha a un prometedor chaval por hacer, a cambio de cien millones que podrían ser finalmente su estigma de fracaso.
Sí. El fútbol es bonito cuando se pone loco. Por eso es importante que siga la locura y la emoción. La próxima semana en el partido de vuelta, estarán claras muchas cosas. Y todo parecerá nuevamente posible para los dos equipos. Por eso el fútbol engancha.
-Y HACE SUEÑO EN AGOSTO-
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