sábado, 10 de agosto de 2013

- YO TAMBIÉN ME DOPÉ -



Era bueno. Muy bueno para la práctica del deporte. Tenía fondo y una vitalidad poco comunes. Y, era demasiado joven para no caer en la ambición y el inconformismo.
En aquel primer equipo en el que estuve y se fijó en mí, era realmente apasionante estar. Yo era top, las chicas estaban ahí, tenía todo cuanto un joven anhela, y llegué a ganar dinero. ¿Alguien da más? ...
Mi inmadurez y juventud sufrieron los ataques y dentelladas de los amigos de la no ética y del todo vale. Y lo que recuerdo de las primeras experiencias, es que era gente culta, cariñosa, y con las ideas más que claras. Muy persuasivos.
Hay que tener en cuenta, que la dureza de los entrenamientos nunca sale ni se ve por la tele. La gente se cree que somos jóvenes y máquinas que nos lo pasamos bomba, pero poco se habla de las exigencias y de nuestras tremendas renuncias. Es un mundo que mediáticamente no tiene apenas relieve ni espacio.
La competición entre nosotros, era feroz. Queríamos ganarnos hasta en los entrenamientos, y cuando allí perdíamos, entonces fruncíamos el ceño. No tolerábamos bien la frustración. Y, en ese momento, venía a nosotros gente a consolarnos. Nos hablaban de los productos recuperadores, y de que si te los tomabas te daban un poquito más para poder ganar a quien hiciera falta. Casi, magia ...
Te lo explican todo con una naturalidad que te convence incialmente. Se le quita el pecado y el vicio, y entonces pareces bobo si no te tomas los citados productos recuperadores como los llaman. Y entonces, como en una secta, se van haciendo contigo.
La primera vez que me dopé, yo noté muchas cosas que me gustaban, a pesar de que habían algunos efectos secundarios y la sensación psicológica de ser un drogotas. Estaba radiante. Hice toda la prueba en cabeza,y aunque no gané, noté al final del recorrido que no andaba fatigado, sino liviano y fácil. Era una trampa fantástica. Te sentías capaz de ganar y de competir contra quien hiciese falta.
Mi novia Norah, me sorprendía siempre. Me decía que no jugase con mi salud y que no engañara a nadie. Y que si no valía para ganar sin aditivos, que tuviera la honradez de dejar todo ese mundo subterráneo y feo.
Norah, me dejó. Se fue. Y yo me seguí dopando. Sin ella. Nunca más la vi. Y eso que la llamé y le prometí abandonar mi deporte, pero Norah me dijo que hacía tiempo que se le había acabado la paciencia.
Y encima vino por esas fechas a mí el director técnico del equipo. Me dijo que eso de quedar al quinto o el sexto, no eran resultados. Que yo, era una atleta apuntado para el éxito y que eso no podía seguir así. Que era poco menos que una nulidad, y que lo único que se podía hacer era que me sometiera a otras pruebas más sofisticadas. Me habló de sangre, de anabolizantes más potentes y enmascaradores para los controles más eficaces, y que si iba con cuentos a algún medio, que me fuese preparando para ser toda mi vida un desgraciado sin un duro y currando como un cerdo encima de un andamio con treinta y cinco grados en el verano. O, en el paro.
Abandoné el deporte en silencio. Mi nueva novia Sharon, me aconsejó que fuese discreto y que no dijera nada a nadie. Tenía razón. Tienen una gran industria B, que es tan tabú como perniciosa. Saben jugar con tus sentimientos, y tienen abogados carísimos y mucha capacidad para escurrirse y defenestrarte. Son muy listos. Aventureramente intrusos y cabrones. Si les hubiera delatado, nadie me hubiese creído y luego me habrían hecho la vendetta de declararme ante el mundo como tramposo oficial y gran chivo. El chantaje ...
No todos se dopan. No puedo ser tan taxativo pues mentiría. Pero bajo la manta hace un hedor insoportable. L@s chic@s quieren ganar dinero como sea.
-Y ESOS TIPOS LES DAN LA PÓCIMA-

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