En el Condado de Perstown, acaba de recibirse una llamada de emergencia. El jefe de la policía, se dirige al lugar de la incidencia. Hay un hombre en lo más alto de la montaña, que tiene todas las trazas del mundo de querer despeñarse.
Así es. Se trata de un suicida desesperado y enloquecido, el cual grita como un poseso, y blasfema contra todo y contra todos. El jefe de la policía de Perstown ha reunido a un montón de vehículos, y ya han llegado al lugar, el cual tiene bien difícil acceso. Tan difícil, que aunque confía plenamente en sus hombres, sabe de alguien que le puede ayudar más. Pero, ese día, anda de vacaciones. Afortunadamente, hoy en día las localizaciones parecen más sencillas.
- Hola, Peers. Soy el capitán. Quiero que venga ahora. Siento interrumpir su descanso, pero creo que es mejor que venga. Es un hombre enloquecido que está en lo más alto de la montaña escarpada. Usted es policía y montañero de élite, y avezado. Haga el favor de venir, Peers. Le espero ...
- Okey, captain. En quince minutos estaré ahí ...
- Gracias. Dese prisa, por favor.
- Descuide, jeff ...
Hay mucha preocupación. El suicida, sigue agotado y parece poseído por el espíritu del mal y de la locura. Hace varios amagos de despeñarse, mira a los policías, y luego se ríe a carcajadas. Afirma que es libre, y que cuando intenten detenerle será el momento oportuno para lanzarse al vacío y en brazos de la muerte letal. Va armado.
-Ya estoy aquí, captain ...
- Mire, Peers. Ahí está. Es peligroso. Ándese con cuidado. Puede matarle y luego suicidarse ...
- Todo apunta a esas intenciones, jeff. Tomaré precauciones ...
- Okey, Peers. Avance. Mis hombres, le van a cubrir ...
- Allá voy. Deséeme suerte ...
Pero cuando Wiliams Peers tiene a la vista al hombre suicida, le cambia la cara. También se apellida Peers como él. Es, su tío James. El que hizo de padre en su infancia. El que le violó constantemente cuando era un niño, el que le torturó y le sometió a fuertes e inhumanos castigos, y el que intentó apartarle del camino recto y no dejarle crecer ...
Por éso Wiliams Peers está como petrificado en mitad de la escalada. Duda. No sabe si ayudar a semejante alimaña que tanto daño le hizo. Quizás, deba dejarle pudrirse en el abismo ...
El walkie de Peers, suena una y otra vez. El capitán, le habla con extrañeza y estupor: - ¿Qué demonios le pasa, Peers?, ¿qué hace que no avanza?, ¿se encuentra bien, amigo? ...
Wiliams Peers, no hace mucho caso al walkie. ¿Salvar a ese canalla de su tío que casi le destrozó? Se mira la placa de policía, y a la vez siente deseos de bajar, renunciar, y explicárselo todo a su jefe. Pero, son demasiadas cosas para tan poco tiempo ...
-No me ocurre nada, capitán. Voy ya hacia el objetivo.
- Okey, Peers. Dese prisa ...
Su tío, ya le ve venir. Se le ríe a carcajadas y le llama alfeñique, a la vez que le recuerda sus violaciones y que se lo pasó muy bien mientras le penetraba. Le grita que ya nunca podrá ser un hombre, y que solo es un insensato bobo. Y que si quiere que todo acabe mal, que ose acercarse.
Wiliams Peers, es muy frío. Debe serlo. De buena gana le pegaría un tiro y abreviaría. Pero está la Law. Es la que manda y rige su profesión. ¡La Ley!
Además, es una buena oportunidad de vengarse del personaje que tanto daño le infligió. De modo, que no le hace caso a su tío, y avanza hacia él con paso firme y seguro.
El loco suicida, le tira un disparo. Pero Wiliams le ve la intención y actúa como un gato con reflejos. Le esquiva la bala, y se refugia entre unas rocas. Cuando ya es visible de nuevo, ha enganchado a su tío y lo ha neutralizado ayudado por unas cuerdas y un buen golpe de derecha. Y sin perder tiempo, ordena al primer equipo de encordados policías, los cuales proceden a bajar al hombre malo. Sus compañeros, le ayudan a que el trabajo lo certifique el éxito.
- ¡Enhorabuena, Peers! Sabía que podía confiar en usted. Gran policía es usted, amigo ...
- Captain. Ese hombre es mi tío y me odia. En cuanto le metan en el penal, solo querrá suicidarse. Vigílenlo todo el tiempo. Se siente derrotado. Y ha sido salvado por uno de los seres que más odia, que soy yo. Si no le controlan, se matará en la cárcel, jeff ...
- No tema, Peers. Daré parte a las autoridades carcelarias. Que le seden y vigilen ...
- ¡Okey, captain! ...
Cuando Wiliams llega a su casa, no parece ser un atleta ni policía de élite. Se siente un traidor a sí mismo, y hasta una hez pinchada en un palo. Ha salvado la vida a todo un canalla sádico y perverso. Solo él sabe lo que le pasó en la infancia. Y no se lo contará jamás al Juez. Solo, le referirá lo sucedido en el día de hoy. Y punto.
Peers sigue llorando como un blando. Llora de contradicción aparente, y de dolor. Pero, también de felicidad. Ha perdonado a su tío. Ya le ve como lo que siempre ha sido. Como a un pobre hombre. Como a un niño grande, que nunca ha sabido crecer sin dar que hablar o hacer el espectáculo perverso.
Él, afortunadamente, ha podido llegar a ser todo un hombre admirado. Querido por muchos. Incluso las noticias que le llegan por radio sobre el Penal de Perstown, son positivas. Su tío está sedado y no ha intentado la muerte. La vigilancia es eficaz.
-AHORA, WILIAMS PEERS LLORA ALEGRE-
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