Años noventa. Inicios. Bonanza económica. El Partido Popular, en el Poder. Manga ancha. Gran imperio del ladrillo de la construcción. España es suelo totalmente urbanizable. Los pícaros,-siempre latentes en nuestro país-, se ponen el traje del descaro y toman paulatinamente la calle Génova, sede del Partido Popular. Madrid.
Mordida y corrupción. "El Bigotes", Bárcenas, Correa, "el Pocero", y todo aquel que tenía semejanza con el Lazarillo de Tormes y toda la gran miseria picaresca del país. Los nuevos grandes ricos, comenzaban a emparejarse y a amar a la clase política. En la sede madrileña del Partido Popular, los pícaros entraban y salían como Pedro por su casa.
Los hombres del ladrillo y muchos de los políticos, tenían abundantes intereses en común. Entre ellos, la falta de escrúpulos y que la situación de afecto mutuo les iba a proporcionar a ambos gremios una simbiosis de gran confort, blindaje y prosperidad.
Por aquella sede, habían sobres voladores y estratégicos llenos de dinero, que servían para comprar voluntades y favores, y para comprometer en sucio y en no democrático a tod@s.
Mariano Rajoy, sucediendo a Aznar más adelante en el Poder de la Nación, se limitó a preguntar quiénes eran los señores conseguidores de los eventos y del lujo. Lo que más le convenció al gallego, fue que ese dinero de Gürtel y de las tramas que fueran, ayudarían a sostener las sacras finanzas de su partido negocio político. El P. P.
El cáncer. Cuando no hay cirugía, existe el riesgo de que las metástasis deriven en estructurales y letales de concepto y acción.
En el interior del Partido Popular, hubo una alarmante y escalofriante indiferencia. No pasaría nada. La podredumbre solo sería una especulación sin concretar. El contexto, era el de ciclo de mundial riqueza económica. Grandes eventos suntuosos, todo a lo grande, y toda la avaricia y la sinvergonzonería a placer. Se sentaba un virus antidemocrático, que ahora en 2013 acaba de golpear como una bomba atómica en el centro más sensible del Partido Popular. El tesorero Bárcenas. Los sobresueldos. Etcétera ...
Como la mordida y la corrupción a todos afectó, apenas hubo un partido político que se librara del amor entre constructores y alcaldes o concejales. Pero lo del Partido Popular, era el camino definitivo y expedito hacia el fin de un período de carácter verdaderamente democrático.
Sí. Los valores, al carajo. Poder Judicial, Corona, Legislativo o Ejecutivo. La banca, los financieros, y los arreones neoliberales. Los pobres, al abismo del desastre. Los niños pegando a sus padres, los jóvenes fracasando socialmente, y las gentes sin comunicarse y metidos en sus universos personales. Cada uno, a la suya ...
Crisis económica y actualidad. Si ya estaba en solfa, ahora la hemos terminado de rematar. Nadie es ya creíble en el Partido de Rajoy, y le han soltado un hachazo brutal a la higiene del hecho democrático español. Se ha roto toda la credibilidad en el partido del actual Presidente. Apesta a mentiras y a trampas, a chorizos, y a gentes que se han enriquecido hasta extremos cercanos a la paranoia.
¿Qué se hace ahora?, ¿decir que, "yo no he sido"?, ¿cómo parar la gran bomba nuclear que ha estallado con el tema Bárcenas-Gate?, ¿cómo se sale del lío?, ¿qué pensarán ahora unos ciudadanos que ha mucho dejaron de creer en éllos y en la Banca, y que ahora les desprecian? ...
Fin de un ciclo. Adiós. El Partido Popular se ha caído al suelo. Demasiado escándalo. Hay millones de kilos de chorizos, y algunos gramos de pan. La credibilidad, ha fenecido. El ciclo, ha llegado. Si se quedan los que están, mal asunto. Pero si se van casi todos, no sería la idea de la pócima mágica, aunque parece lo mejor.
Y, puestos a pedir cosas a los Reyes Magos, que actúen los jueces. Aferrémonos de forma casi desesperada a ese pilar democrático.
-R.I.P.-
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