La veterana y maravillosa actriz Concha Velasco, ha sido premiada este año en los Premios Goya con el Galardón de Honor, en el transcurso de la ceremonia grande que organiza la Academia de Cine y de las Artes Escénicas españolas.
Doña Concha Velasco. O, Conchita Velasco. O, Concha. La cómica eterna y hasta el final. La chica que cantaba y pedía a su mamá que quería ser artista. Artista. Qué palabra más bella y especial.
La Velasco es una actriz nuestra y a la vez de todos. A lo largo de algunas generaciones se ha mantenido y se mantiene ahí. De pequeño le veía sus piernas maravillosas y vallisoletanas de hembra mágica, y cómo movía sus manos, su cuerpo, y sus ojos vivarachos, y su sonrisa y risa peculiar, y su hablar exhuberante y de hacerse oír.
Ha estado en todas las páginas de la laboriosidad y de la actualidad actuativa. No ha dejado de trabajar en toda su vida, lo cual le proporciona una vocación arrebatadora. Es una actriz a la que le chifla serlo. Ama a su vida que es la interpretación, defiende sus plateas y sus bambalinas, y hace loas potentes a su Dios Teatro.
Concha Velasco. El cine, la comedia, la vida, su intimidad, los hombres, el respeto sacro por sus compañeros de profesión, y también un mayúsculo trozo de la historia reciente de este país.
Internacionalmente, es igualmente una de las actrices veteranas más reconocidas y populares. Y a élla le encanta Latinoamérica y la aventura de la realización de su arte por todo el mundo. Sin fronteras. Comme il faut ...
Ser actriz. Amar hasta la tranca la interpretación. Transformarse en otros personajes, vestirse de otras muecas, maquilladora de los sentimientos de los demás, amar la idea del drama y de la euforia, del amor y del placer, de la solemnidad contenida de las monjas, o de la posición privilegiada de las grandes heroínas damas, doñas y señoras de telenovelas y series televisivas. Amor y dureza. Todo lo que sea ...
Concha Velasco sigue ahí. Con su pelo alborotado y sus medias de color, con su tómbola de Marisol, y su fuerza castellana en su voz grave y de mujer que se implica con su sonrisa y carcajadas de potente alegría energética.
Concha se fue de muchachita, para ser muchas más cosas que una moza de Franco o de las ridis películas del destape predemocrático de tetas y culos. Concha siguió como una leona peleona hacia adelante, y nunca le asusta nada ni nadie.
Sí. Artista. Cómica. Actriz. Un mundo especial. Un universo apasionante y fastuoso. El teatro y la interpretación, premia y homenajea a un pedazo de mujer especial. Una mujer de rompe, rasga, entretiene, salta, juega, descansa, se mueve, llora, gesticula, suaviza su mirada, se aprende los papeles con fruición, y sobre todo, vive. ¡Oh, la vida! ...
Es lo mejor que tiene ser Concha Velasco. La vida. Esa vida itinerante y de atleta eterna, esa capacidad para apuntarse a un bombardeo, o para no pensarse las cosas y tomar un auto y plantarse en todas las ciudades pueblos de España para seguir haciendo su función. La de artista. Más artista.
Llena de color y de estrépito, poco de timidez y mucho de sinceridad, toda la marca de comediante magna y de raza, y a la vez cercana al pueblo llano de los españoles y sin grandes concesiones al divismo que parecería a veces inevitable en el éxito.
Doña Concha ha sabido siempre que ella es el pueblo, y que en la vida hay soberbios y campechanos, altos y bajos, amores y dolor, colores de todos los tonos y texturas, y una enorme carcajada grave con visos de ternura.
- "¡MUCHA MIERDA", MAESTRA! -
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