viernes, 11 de enero de 2013

- LOS BESOS DE LA SEÑORA PILAR -


En el universo mágico y de entraña de mis mañanas y mediodías del Jardín Botánico de mi valenciana ciudad, hay decenas de personajes añejos y entrañables, personas mayores y protagonistas de dichas mañanas, que os aseguro que existen y que no son ningún invento emocional o recurrente. Están ahí.
El mundo de los mayores. Un mundo singular e insólito. Un paradigma diferente, inevitable y tremendamente real. Y, os aseguro, que para bien. Os pondré un ejemplo. Veréis.
Sus andares excesivos y casi danzarines, la delatan. Es, la señora Pilar. A pesar de su más que provecta edad, esta viejita maravillosa posee una vitalidad poco común, y un   calor  familiar y de madraza, que te deja sorprendido y con la boca abierta. Sí. La señora Pilar, te parece pesada si no la conoces bien. Pero, y en cuanto sabes cosas de su cotidianeidad y de su forma de ser, os aseguro que es un regalo de anciana. Un caramelo, con corazón de oro.
No puede negar que es valenciana. Y del cercano pueblo de Paterna. Extrovertida, festera, laboriosa, inquieta y extremadamente curiosa. Y su desparpajo abierto, no puede permitirte pensar que se trata de una monja.
Pero, sí. Es una monja dominica, que afirma que va al Jardín Botánico a darle un beso a su árbol preferido. Todos los días, la señora Pilar, - a la que no la hace la menor gracia tener una cuidadora-, se va al citado jardín a darle un beso a su árbol. Al árbol que más le gusta. Un beso simbólico a la Naturaleza. A, la vida ...
La señora Pilar, tiene carácter y decisión. Se le olvidan las cosas, pero si logra relajarse y le interesan dichas cosas, le retorna un huracán de alegría, y recupera el hilo de lo que te estaba diciendo. Te besa, una y otra vez. Me besa a mí, besa a mi madre cuatro veces, me da otro beso a mí en la frente, sale la madraza que lleva bien adentro, y es capaz de soltarse y contártelo casi todo de su vida.
La señora monja y dominica Pilar, se metió en un barco, y se hizo a las Américas. Habla mal del fascismo, y de Franco, y hace loas a la libertad y a la generosidad.
Una vez en el barco, atravesó el Canal de Panamá, y se instaló con su comunidad dominica a dar calor y saber a los niños y padres, en una localidad alta en el Perú, a la que llamaron Bellavista.
Me cuenta que alguien quiso hacerla una trampa traicionera y envidiosa, y que se levantó de madrugada tal persona para comunicar a los superiores que ella no tenía el título de maestra. Pero dice la señora Pilar, que a la envidiosa la salió el tiro por la culata, que se le estropeó el carro y que se quedó poco menos dicha envidiosa que tirada en el camino, y que ella sí logro llegar primero a Bellavista.
Allí, en el Perú, y en una zona límite con varios países andinos, desarrolló una maravillosa labor de décadas en las misiones, y la mujer se nos emociona en el medio de aquellos recuerdos, porque habla de sus alumnos, que por supuesto eran como unos hijos para élla. El afecto mutuo y el recuerdo que dejó por aquellas tierras, se concreta en las cartas que le mandan aquellos muchachitos, que hoy ya son unos talluditos adultos. ¡Cuánto amor! ...
Siempre me cuenta y nos cuenta, que en cierta ocasión un niño se cayó desde un árbol y se temió que perdiera el brazo al golpeárselo contra el suelo. Y no sabían qué hacer, dadas las distancias y la precariedad de aquel duro lugar para hallar un poco de Sanidad institucional. Y nos dice, que finalmente apareció el padre del niño, lo cogió en hombros, lo calmó, y se lo llevó a que lo viera un curandero que había bien  lejos de la zona del poblado. Y, que unos días más tarde, regresó el niño con su padre y con una excelente noticia: el brazo del chiquillo no sería necesario que fuese amputado y pudo conservarlo. Llora de alegría la mujer al contarlo ...
Anécdotas aparte, la señora Pilar es capaz de cantarte el himno del Perú, y lo que haga falta, y su enorme corazón te habla de su necesidad de dar amor y alegría. Está hecha a la dureza y al entusiasmo. Y sigue besándonos a todos cada vez que nos ve, que es casi todos los días. Y hace bien, porque le nace de un corazón inmenso y pizpireto.
-PORQUE LA SEÑORA PILAR ES UN BESO-

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