sábado, 19 de enero de 2013

- AHÍ AFUERA -



Ahí afuera te espera un vendaval de mundo que tiene cara de sorpresa inevitable. A tu lado, al costado mismo de tu vida aparcada e interior, bulle el brillo nuevo que logra llenar de gozo tu corazón claro y puro.
Sí. Ahí afuera. Donde está mucho más de lo que crees. Donde hay un millón de creaciones y de sueños en los que tú vas a ser protagonista.
Protagonista de una verdad mayor y más real, participativo como una gran puerta con nuevas lentes que destroza tu miopía y te puede llevar, solo si quieres, al sendero de la sonrisa y del bienestar.
Ahí está el afuera de tú mism@. Esperándolo y esperándote. Creándose, a pesar   de    las  adversidades y de los prejuicios. Porque ahí afuera hay tanta tinta de verdad, que no te puedes esconder en el medio de la rimbombante palabra hueca. Se te escapa tu autenticidad, y se rompe la barrera y la jaula de una presunta seguridad que solo es mentira podrida.
Ahí. Más allá de tí y de tus sensaciones, hay una libertad que te supera y que ejercita en movimientos casi reflejos e inesperados gran parte de tu alma.
Si sales, te darás cuenta. Si abandonas tu inmovilismo y te unes al grupo, te verás reflejado en éllas y en éllos. Y, entonces, no te preocupes aunque no sean como tú. Porque esa es la gran noticia. Que, precisamente, lo que te excita y te lleva al desnudo de tí y de tu vitalidad es precisamente que son diversos, complejos, distantes, llenadores,   abrigos    amigos   y  pantalones hermanos. Lo más bonito de lo otro, es que está contigo aunque tú te empeñes en ser cabezón y extraño.
Ahí afuera está el río potente de tu verdad, tu roca hercúlea en el medio     de    la      gran  cordillera humana de los sentimientos, tu lugar en un mundo que se abre para que respires más profundamente la pureza de un nuevo oxígeno que hace que tus pulmones se ensanchen y te hagan ver nuevos planos y nuevos ángulos. Nuevas fotos de ellos y nuevas perspectivas de tí.
Porque ahí afuera se cuece lo que se renueva, lo que se desplaza de contínuo por el cielo de una vida que orbita alrededor de un paraje sereno y real. Tu pradera y tu lugar, tu discoteca y tu templo de oración, tu mercado y tu aula de filosofía, tus amigos y tus enemigos, tu placer y tu dolor, tu coherencia y tu miedo, tus zapatos y el viento, el sol y tus manos, las nubes de tu cabeza y la siesta reposada después de un opíparo comer.
No lo dudes. Ahí está toda una amalgama de verdades, de sentimientos abordables  y  de etapas de crecer. Cuando rompes la ventana de tu miedo te haces una apuesta verdadera, y le haces un acierto a tu peregrinaje vital. Si estás tú también afuera,     nadie       podrá     distorsionarte tu telediario o la película de tus sueños.
Y, ahí afuera, es tu corazón limpio. Ahí afuera puedes contestar a mil preguntas, y cuando resuelvas las ecuaciones y las dificultades, entonces aparecerán más dudas metódicas  y   necesarias, las cuales te hablarán del amor en directo y de la necesidad de que tu piel al viento pueda gozar de ese manantial fresco y natural que tú siempre te mereces. No te quedes demasiado dentro del caracol. Haz caso.
- ¡SAL AHÍ Y VIVE! -

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