La orden estaba clara. Hacer suyos, aquellos pueblos enclavados en el medio de la jungla. Para éllo, las fuerzas militares de la gran Conquista, se prepararon con sus mejores recursos bélicos para acometer al indio resistente.
Mas, lo que no esperaba el Comandante Ruíz, era la compañía de un amigo payaso, el cual marchaba en avanzadilla junto a la élite y en la primera línea de ataque.
Territorio casi inexplorado. Gentes sin aparente formación, cultura o lógica. Una civilización aparentemente menor. Pero, nunca se sabe. El Comandante Ruíz nunca se puede fiar de nadie. Es su obligación. En un ataque en territorio inexplorado, sus enemigos pueden ser de todo tipo y de cualquier sorpresa. La nada de lo inesperado puede romperse en un momento de dolor y de desconcentración.
Y si ésto es así,-pensaba Ruíz-, ¿qué hacía aquel payaso de sobrenombre "Falbas" con su semblante relajado y hasta juguetón? ...
Ruíz miró a Falbas y le dijo: -"Esta es una situación de acción y de tensión, amigo. No quiero verle hacer el payaso aquí adelante"...
Pero, el payaso, parecía ir a la suya y casi rompiendo el dibujo estratégico de la tropa. Y, dirigiéndose al Comandante, le contestó: - "Sé dónde estoy, señor. Aunque no sepa el lugar, sé posicionarme. ¡No tema nada! ¡A la orden, señor! ...
Aquella contundencia final, asombró y tranquilizó por unos instantes a Ruíz. Y en ese mismo momento, una fuerte tormenta de viento y lluvia, asoló la jungla. Lo que faltaba. Fango, falta de visibilidad, y toda la maleza y dificultad. Serpientes, y adversidad de todo tipo.
Falbas, le dijo a Ruíz: -"Señor, no se preocupe. Allá al fondo se divisa un pueblo que parece calmo. No hay enemigos. Tenemos bastante suerte, señor" ...
El soldado y Comandante Ruíz no iba ni por asomo a escuchar a Falbas. Tensó todos sus músculos, y ordenó acelerar el ritmo de su tropa. Ahí estaba el objetivo. Debían actuar y lo más pronto posible ...
Fue llegar los soldados a las proximidades de una minúscula aladea, y cesar súbitamente la tormenta. Y entonces salieron a las calles los niños y las mujeres. Los hombres indios, se hallaban en los lugares profundos de la jungla, trabajando, cazando, pescando, y contribuyendo al bienestar productivo de su pueblo.
Desobedeciendo las órdenes del Comandante Ruíz, el payaso Falbas se adelantó sobre la primera línea de ataque, y totalmente desarmado se acercó a los niños y a las mujeres indias.
Todos miraban a Falbas, estupefactos. Porque, el payaso, se había puesto rápidamente unas extravagantes ropas, y comenzaba a bailar y a bailar casi como un poseso. Incluso los arqueros indios dudaban, y no sabían muy bien si acribillarle con sus flechas o sonreír.
Falbas, cogió la mano de dos niños, y bailó con ellos. Sus madres, comenzaron a sonreír. Y, a continuación, todo el mundo en la aldea quiso agasajar al payaso por su buen talante y alegría contagiosa y universal. Aquéllo, se parecía a una fiesta feliz.
El bueno de Falbas, aceptó la invitación y les dijo a los inditos: -"Quiero presentaros a unos amigos que me acompañan. Vienen todos en son de paz, y bailan aún mejor que yo. ¡Os presento a mi amigo el soldado y Comandante Anselmo Ruíz. ¡Apaludirle! ..."
Todo el mundo acogió a aquellos hombres. Nunca nadie habló de guerra, conquista, o confrontación. Ruíz no salía de su asombro. Habían ganado sin pegar un solo tiro. El enemigo era ahora su principal aliado.
- ¿MAGIA DE "FALBAS"? -
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