jueves, 25 de octubre de 2012

- CAE LA TARDE -



Cae la tarde. En la mitad del monte de Noviembre, la luz va escaseando a la vez    que   el encanto hipotético de la tristeza logra aplacar y retirar a los seres vitales y afamados. Cae la tarde ...
Cae la tarde sobre las alegrías y sobre las vitalidades, y el aire fresco marca las direcciones precarias de la austeridad y de la penuria. Cae la tarde yerta de la tristeza.       Tarde    irremediable.
Cae la tarde sobre un día cansado, extenuado y derrotado. Y los fríos camuflados en el fresco, se hacen democráticos y hasta universales. La borrasca vespertina lanza empellones sobre el sol, y la nube exhuberante deja al pueblo desabastecido de ilusión. El dolor y la impotencia. Cae la tarde ...
Cae la tarde sobre el amor y sobre los sentimientos que manaron frescos y hasta luengos en la primavera de una sonrisa compartida. Se parte la ilusión de la lucidez, y gana la batalla del desamor aquella distancia ya irremediable que se tapa sobre las sábanas fútiles del olvido. Adiós al amor. Cae. Cae la tarde ...
Sí. Cae la tarde sobre un tiempo de modernidad y de sueño americano. Cae    un    inciso   preocupante con punta de trampa, que logra surcos sombríos sobre los semblantes de  los  adultos de las aldeas y de las ciudades. El desánimo y la realidad. La tarde.
En el atrás de un poeta herido y con la carne abierta de la rabia en el cuerpo, nace el verso de la nostalgia que se aparta del presente y que vuela como los aviones desorientados en busca de un aeropuerto que jamás podrá existir. Desesperación. Cae la tarde ...
En los ojos de los enfermos y de los niños reos y explotados como lo son los yunteros, se dibuja la estupefación y la decepción evidentes. En los rostros menores y frágiles, se echa de menos una cobertura social de cariño que antes sí pudo elaborarse y concebirse.
Pena de unos días humanizados que parecen sometidos a la vil ley del caprichoso y huidizo dinero de injusticia y capricho. Cae la tarde sobre el sabio simplón, sobre el intelectual  comodón y sobre el músico que trata de imitar lastimeramente a un son de camposanto y de silencio traidor. Silencio, trufado de mentiras y de estrategia. Cobardía ideológica que llega a desconcertar a los alumnos bondadosos. Cae la tarde ...
En el horizonte. Sobre aquella loma antaño accesible, no se vislumbra camino alguno. Ninguna luz ilumina la pesquisa posible, y es más que sellado el destino de la irresolución que ha de llevar a la mentira de ninguna parte. No se puede hacer camino desde la inercia helada del estatismo carente de valentía. Cae la tarde ...
A veces, cae la tarde y todos los días. A un tiempo es posible la cronicidad y la sorpresa, la magia y el garrote, el yin y el yang, la prosa helada y la poesía de fuego, la mujer hermosa y la suegra en el refajo de un tiempo arcaico y condicionado. La tarde. Cae la tarde ...
La noche. Antes de que el cielo negro ponga su máxima sobre la luz de la inteligencia y la visibilidad, también se mueven los músculos potentes de la energía y de la indignación. Y entonces, a pesar de que la tarde cae, la noche recupera la pujanza de la dignidad y el sentido, y nada es realmente oscuro ni definitivo sino coyuntural y pasajero. Como la tarde. Siempre la tarde.
-CAE LA TARDE-

0 comentarios:

Publicar un comentario