Esto del gol tiene una magia maravillosa. Es gol es el enigma máximo de una emoción futbolística. El gol es el rigor y la asignatura de las matemáticas de este deporte. El gol es el dinero al contado, y la pista ancha de aterrizaje de los grandes éxitos. Iniesta es un fenómeno,-como nadie puede dudar-, pero el gol que le metió a Holanda en la final del Mundial de Sudáfrica, le catapultó todavía un escalón más hacia arriba. Iniesta te pone contento, como Messi o el gran Villa. Como hoy, ayer y siempre.
El Barça-Celtic de Glasgow de ayer en el Camp Nou catalán, tuvo muy poco fútbol y toda la estrategia, especialmente en la primera parte. En este período, Samaras adelantó a los escoceses, y al filo del descanso, un primor de triángulo entre los ases Messi, Xavi e Iniesta, permitió al mago de Fuentealbilla igualar el marcador.
Tras el descanso, falló el resuello y apareció la velocidad y las contras. El Barcelona de Tito Vilanova estuvo serio y fallón, como trabucado, pero mantuvo el aplomo y la calma hasta el fin de los minutos. Iniciativa y seriedad.
Toques, más toques azulgranas, rondos, dominio posesivo del balón, y frontón en el área escocesa. Sin metros ni centímetros de libertad futbolística. Lo previsto. Hasta que al final, y cuando todo el mundo parecía que se iba a ir a casa con un empate, un centro de Adriano lo cazó Jordi Alba, y gol y victoria al canto. Rostro cambiado y tensión al contenedor. Se hacía justicia. Ganaba de nuevo el mejor: el Barça.
Pedro no tuvo su tarde, y Messi estuvo demasiado individualista y con rostro tenso, que es una declaración de principios. Cuando Leo se relaja, hay que temblar. Pero las faltas que sacaba el gran pibe, se le iban fuera una y otra vez.
La defensa del Barça está en cueros, y por eso vino bien que los escoceses Commons y Cooper no culminaran su velocidad con el acierto. Y también vino bien el entusiasmo de Adriano y la pelea de Mascherano, ayer gris. Jordi Alba tomó velocidad y escapó de su área. Bartra, el joven central, hizo un partido bastante aseado. Y el moreno Song, recuperó muchos balones perdidos. Esa es su función.
Pero la fiesta, es el gol. Xavi Hernández le daba dirección al partido y a su equipo, e Iniesta amenazaba con atisbos soberbios y con continuidad. Mas había mil piernas escocesas que tapaban y desmoralizaban.
Tito Vilanova, movió el banquillo. Sacó a un hombre que huele a gol y a que algo va a pasar. Sí. El guaje Villa nos sacó del tedio plano del área cerrada a cal y canto. Y en cuanto los escoceses se descuidaron, el asturiano soltó un cañonazo al poste. Quedaba muy poco tiempo, pero ya olía a gol. Todo volvía a ser posible para romper el empate. Messi cabeceó a gol, y paradón del guardameta del Celtic. Mas, al final, lo ya sabido: centro del Adriano que caza el veloz Alba. Victoria y sonrisa que relaja.
La idea del gol, el sentimiento del peligro, y la impotencia de los porteros y defensas. Hoy en día los delanteros son joyas y estrellas. El que no tiene gol, suele pagarlo caro. Ahí tenéis los ejemplos del citado Villa, o de Cristiano y Messi. El gol es muy grande. El gol es una alegría que hace que a la siguiente semana vuelvas al campo de juego a por más. El gol es especial. Fundamental, decisivo y necesario. Hasta in extremis, como ayer.
-SIEMPRE, EL GOL-
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