Ya está ahí de nuevo la pasión del fútbol. El próximo domingo, en el Camp Nou de Barcelona, se enfrentan los dos grandes colosos españoles y mundiales. Los eternos y míticos rivales. El Barcelona, y el Real Madrid.
Es el primer gran choque serio de la temporada. El primer gran partido importante entre los dos trasatlánticos del fútbol. Cataluña se mueve entre las propuestas de su independencia, y el choque meramente deportivo, propicia ahora una cierta rivalidad política de mutua antipatía.
Lo que pasa, es que aquí entre el césped y las gradas, manda el fútbol, y las tertulias ideológicas deberán esperar. En cuanto el árbitro indique con el silbato el inicio del choque, toda la rivalidad se concentrará en torno al juego y al balón.
El primer ausente activo del motor de este deporte que se enciende cuando azulgranas y blancos se enfrentan, será el ex entrenador y mito en vida, Pep Guardiola. Y su substituto, Tito Vilanova, se bautizará en el gran evento, y se vestirá de largo, haciendo su gran presentación en sociedad. Su primer gran reto real.
Poco sabemos todavía de Vilanova. Es flaco, y tiene la nariz y los rasgos puntiagudos, es contenido y un tanto frío, y no posee la expresividad del Pep. Dicen que ahora el Barcelona ensaya variantes tácticas más allá de la posesión asfixiante del balón, y que de vez en vez arriesga en envíos verticales sobre campo rival. Aún es pronto para juzgar dicha hipotética variante en el juego culé.
El Madrid, por su parte, no ofrece mayor novedad en su pack, que la desventaja de ocho puntos sobre su eterno rival. Lo que sucede es que la Liga es un marathón de regularidad que se define habitualmente cuando llegan Abril o Mayo. Solo son tanteos iniciales entre dos máquinas de acero.
El partido del domingo, parece desequilibrado en la zaga del Barça. Piqué anda tocado, pero la gran noticia fue la lesión de codo en luxación que sufrió el pasado martes el capitán Puyol en Lisboa frente al Benfica en Champions.
Por ahí, podría quebrarse el encuentro. El Barça, sin centrales, con la retaguardia al aire, deberá esperar los sprints de Cristiano Ronaldo, Ze María, Benzema o Higuaín. Mucha traca a priori.
¿Cómo contrarrestar semejante inferioridad o contingencia? Ya se verá. El Barcelona jugará con todos sus artistas bajitos de la selección, y apoyados por el poderío físico y la colocación del atleta Busquets. Arriba, no parece haber problemas. Pedro está de nuevo orientado, Villa ya va superando las secuelas de su lesión, y Messi es el rey de este deporte. Cualquier conexión entre éllos y los magos Iniesta y Xavi Hernández, pueden decantar el marcador.
Será un partido apasionante, y de orgullo. La defensa madridista es hercúlea y cierra bien los espacios, y Khedira y Özil le dan salida y equilibrio, buscando en arrancada a los grandes pegadores del gol. Dará gusto verles a todos de nuevo defendiendo su prestigio mutuo, y su rivalidad en la calidad de su gran fútbol. Catalanes y madrileños, paralizarán el país. Falta hace, entre amenazas de rescates, primas de riesgo o toda la tensión social que se crispa en decepción e irritación. El juego será un sedante obligado.
En España ya no se puede hablar de otra cosa. El Real Madrid y el Barcelona se enfrentan, ¡oiga! No se lo pierda. Bufandas, banderas, parafernalia, calidad, goles, emoción, y mil países mirando expectantes el gran duelo televisivo que casi hipnotiza. Por unas horas, el fútbol se come a la economía y a sus jergas. ¡Viva pues el fútbol!
-SE RUEGA NADA DE VIOLENCIA-
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