martes, 22 de mayo de 2012

- LA ANCIANA DE LOS CARAMELOS -



Coincido con ella muchos días en el jardín en donde sabéis que llevo diariamente a mi madre para que le de el aire y se distraiga. Es una anciana peculiar y mágica. Afirma tener ochenta y siete años, pero todo eso de la edad, es lo de menos.
La anciana, suele llevar una bolsa de caramelos en el bolsillo, y siempre te los suele ofrecer cuando te ve cara de amor. ¿Quién será la anciana de los caramelos, como la bautizo? Que cada uno la imagine como quiera. Yo, me limito a dar mi versión y a deciros que esta mujer   sin tiempo, prefiere inventarse una actitud de buen rollo y de afecto hacia los demás. No   me  importan las causas, sino su ternura.
La anciana, charla y charla sin parar. Entiendo, que su soledad la combate con decisión  y valencianía. Su universo no es el del lamento o el de la crítica especial, aunque a veces     se  emocione y se aleje de los demás a la misma velocidad que llega. Es sensible.
Caramelos. Sí. La anciana es dulce, y trata contínuamente de ser práctica en su pizpireta dulzura. Le encanta sentirse la gran chica de su película, que la escuchen, y que haya un tremendo y animado ambiente a su alrededor. Le chifla cantar.
Le encanta utilizar a los demás para decirles cosas, y que la vida no es una piedra inane sino una caja de sorpresas que a veces pueden ser estrepitosas. Sí. La anciana es sabia   en  su   necesario universo personal.
Algunos prácticos y de hoy, dicen y afirman que solo es una vieja loca, y que no hay que hacerle ni caso. Que es una pesada, una comerenciera y hasta una sabihonda irreductible y boba.
Digan los que digan las demás experiencias, cuando yo veo a a la anciana de los caramelos, siento que reaparecen mis abuelos, y la vida de esos seres mayores a los cuales apartamos y marginamos, porque sentimos cómodamente que nos molestan.
No. La anciana de los caramelos nunca molesta y es necesaria. La vieja mujer del jardín que deambula sin rumbo fijo por entre las calles del lugar lleno de árboles y quietud, es un ser que choca contra el tiempo de hoy, y que reivindica eterna una forma de ser que la modernidad picuda desea tragarse y devorar.
Te ve, te mira, te saluda, se interesa por tí, te escruta rápido antes de tomar una decisión, se da cuenta sobre si tienes tiempo para ella o si andas estresado, y cuando te sabe presa de su encanto, entonces tómate con calma sus caramelos que te da y que por cierto tienen un sabor potente, natural y bien sabroso.
La dádiva de la anciana de los caramelos, recoge la costumbre y la tradición atávica de dar calor a cambio de la compañía. La vieja es entrañable y social, sorprendente, y literalmente capaz de cantarte enterito el himno de Bolivia a pesar de que es más valenciana que yo.
Sí. La anciana recoge los recuerdos, y se hace la tonta cuando le conviene. Es un termómetro humano. Mi abuela imposible y frágil del jardín. En su vulnerabilidad está su fuerza y su autoimbatibilidad. Ella es un enorme caramelo con cara de humano.
-Y NUNCA TE LIBRAS DE SUS DOS BESOS-

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