Cinco de la tarde del día de Agosto que tú quieras. Valencia es un horno. Caminar por sus calles no puede aconsejarlo a estas horas, ni la Asociación de vagabundos para la libertad. Nadie, en su sano juicio. Nadie que tenga dinero.
Las calles están vacías y a disposición de los carteristas y maleantes. De, los timadores, que no conocen ni les importan las temperaturas extremas. Sí. Valencia es un reto de calor, duro de sobrellevar. Mucha soledad, acentuada por la proximidad del puente de un lunes dedicado a la Virgen de Agosto. El aparente final de la canícula. El destino dirá.
No dejes tu cabeza servida al impacto vertical del sol, y ponte un sombrero aunque los otros rían. No te importe. E, hidrátate el gaznate. Bebe agua abundantemente. Coge tu botellita de pijo, y lanza largos tragos durante mucho tiempo. Tu cuerpo y su insolación, es justo y necesario que te lo agradezcan. Defiende tu rigor estival y corporal, y no hagas demasiadas insensateces.
Párate en un jardín con mucha sombra, y procura moverte solo un poco más que una estatua de sal. Economiza tu energía y tu vitalidad. Consulta a tu farmacético o a tu médico. Y, haz otra cosa. Te diré.
La, cosa, que hacen los nativos de Valencia, y los guiris que la visitan. Vete por ahora de las calles de la ciudad. Espera bastante. Huye hacia el agua. Sí. La playa, ¿comprendes? La Malvarrosa, o la que desees. Pero, corre, métete en el interior del agua, y no salgas en un buen y largo rato. Y si sales pronto, métete en la toalla, pero a los diez minutos máximo, vuelve sobre las orillas del mar. Nunca tengas miedo de hacerlo. Gota natural al aire.
Error cometerás si obvias el poblado Marítimo, coges un descomunal mapa, y te pones a patear en dirección desconocida. A pocos a estas horas podrás ver de fiar. Solo a solitarios , drogadictos, marginales, putas o desesperados. Valencia es una sorpresa tórrida a las cinco de la tarde. Un lugar de desierto voraz, y de aventura joven y astutamente curtida bajo un sol de asfalto y depresión emocional.
Busca una Gran Superficie tras cruzar penosa y fatigosamente el río. Métete en Nuevo Centro, y aunque no compres nada, podrás respirar. Tienen un potente aire acondicionado. Estás salvad@.
Mientras, las periquitas quinceañeras esperan a sus primeros novios desde el iphone, en busca de todos los sueños que llevan a las feromonas y todas las hormonas juveniles del mundo. Y, se reúnen en pandilla para reír y consumir. Y, sobre todo, anhelan la noche pegajosa. Es el momento de salir del letargo obligado.
- ¡ UFFFF ! -
0 comentarios:
Publicar un comentario