Como ya sabéis, esta tarde debuta en el Mundial de Fútbol de Sudáfrica, la selección nacional española.
Y siento, que quizás lo de lo menos sea el fútbol. Eso es. Lo de más, es la ilusión colectiva. Hoy, sí que hay un gran pacto nacional de consenso. Nos podremos todas y todos a ver el partido. Al menos, una mayoría absoluta de ciudadanos españoles. Lo verán, incluso aquellos a los que el fútbol no les atrae demasiado, por no decir que nada. Es todo un acontecimiento social.
Esa función cumple muchas veces el fútbol, o el deporte representativo y aglutinador. Hoy, iremos con la "roja", los de derechas, los de izquierdas, los que se abstienen de votar, los de centro, los no demócratas, y los demócratas de toda la vida. Si hoy hiciéramos una manifestación, todos acudiríamos a ella.
Porque se trata de una manifestación de sentimientos, más allá de los nacionalismos. Sí. Es una pasión, una alegría, una olla de sorpresas, un día diferente, algo para soñar, etc. Pero, sobre todo, un bullicio de expectación alegre.
La gente, va a ponerse sus camisetas de la selección, a pintarse el rostro y el cuerpo con motivos nacionales, se pondrán sombreros y vestimentas de hinchas patrios, y los niños saltarán felices exactamente como cuando yo lo era.
Pero los mayores también se harán niños por unas horas, y las señoras se pondrán en sintonía con ese ambiente general de ilusión, y los jefes se parecerán bastante a los trabajadores, y parecerá que algo que nos separa huye por unos minutos.
Sí. Es el tema. Insisto. Es la perfecta excusa para vivir un reality de deseos. De que los sueños se socialicen y se abran, y que nuestros ojos se pongan traviesos y desinhibidos a un tiempo.
Asturias será Andalucía, y Valencia será Madrid, y Barcelona será Bilbao, y León será Córdoba, y así mil etcéteras. Las distancias geográficas no podrán parar esa ilusión común.
Bien es cierto, naturalmente, que en los lugares en los que se impone un nacionalismo más localista, la repercusión de la convocatoria, no solo será menor, sino que se generará incluso una inevitable hostilidad. Siempre sucede. Entra en la lógica. Histórica rivalidad.
¿Y si ganamos como se prevé? Pues, ya lo sabéis. A cantar goles, a sacar los coches con los cláxones, a bañarse en las fuentes, y en definitiva, a dar paso al bullicio que concreta la alegría colectiva. En efecto, hoy debuta la selección española en el mundial. Y es el momento de saludar a ese esquivo verano que se esconde entre brumas de borrascas y reformas laborales, con una sonrisa que nos sale inevitablemente de adentro.
- ¡LO BAILADO NO NOS LO QUITAN! -
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