Sibenka es el nombre de una bellísima muchacha rusa, la cual acostumbra a llevar una ropa especial y demasiado breve, que hace que se le vean hasta en el invierno sus carnes de deseo y de amor.
Cerca de la calle de Guillém Sorolla, se la puede ver a partir de las séis de la tarde. Puntual. Cada día. Sin descanso. Y ajustando el paso a los demás. Es una de las prostitutas con más caché de lo que queda del clásico y tradicional Barrio Chino de mi Valencia.
Naturalmente, Sibenka no es su nombre real. El auténtico, queda solo para sus dos hijas que tiene en su Moskvá natal. Para sus personas de confianza, y para quien maneja los hilos de la red actual para la que trabaja. La mafia. Su empresa.
De hecho, el actual nombre de Sibenka, se lo apodó un antiguo novio, también ruso como élla, que acabó siendo un chulo sin escrúpulos cuando le dijo la bella meretriz que saliera de su vida. El hombre dijo que no. ¡Y que no! ...
¡Oh, Pawel! Maldito Pawel. Su ex novio. El padre de sus dos hijas, su amor desde la adolescencia, cuando Gobachev rompió el comunismo y les dejó a todos sobre la calle del lodazal y la miseria.
Menudos recuerdos. Moskvá. Moscú, vamos. Pawel Sidenko. El hombre de su vida, para bien y para fatal. Sibenka no puede creer todavía lo que le dijo Pawel: "Palomita, lo siento. O trabajas con tu cuerpo, o ya te apañarás tú y tus hijas. Y te lo digo por nuestro bien de los dos. Solo eres mía. Y yo administraré el dinero, Sibenka. Y que sepas que siempre te querré"...
¡Hijoputa!
Casi no hubo tiempo de replicarle todo el odio y la decepción juntas y en la cara. A Pawel, lo mataron dos semanas después unos rivales suyos por el control del negocio de la prostitución. Sibenka piensa que los dos tiros que le pegaron, fueron pocos. Ahora, quienes le llevan el dinero, afirman que fue élla quien le mató. Y que, si intenta salirse del grupo, le harán kaput a sus dos nenas en Rusia. De modo, que ni lo intente.
A Sibenka, no le gusta mi Valencia. Mi país. Está aquí por vicisitudes del destino. Sibenka ama el frío moscovita, y nuestras costumbres nunca le convencieron. Sí. España no es lo que imaginó cuando niña. Para la mujer, Valencia es una cárcel de amenaza, que nada tiene que ver con las playas libres y mágicas que venden en las postales de las agencias de viajes. No. Esto es una derrota en toda regla, en la que lo mejor es no pensar demasiado que no sea en la seguridad física de sus niñas a través del contacto telefónico casi cotidiano: "Irina, Olga, mamá os quiere" ...
Hoy llueve y es domingo. Poca clientela. Sus clientes fijos, prefieren una climatología más bonancible. Y, Valencia, no es sitio hecho para la copiosa lluvia. De modo que Sibenka habrá de espabilar y apretar su seducción, dado que tiene un dinero que entregar a quienes la llevan y dirigen. La policía la acosa, pero cuando el agua ya está en el cuello, la presión parece menor. Además, ahí viene su chico preferido. Es moreno, valenciano y no toma drogas. ¡A por él!
- ¿QUÉ TAL, GUAPO? -
2 comentarios:
Mago, cuando vea a tu corresponsal de mi ciudad, la daré recuerdos tuyos, jaja. Besos
Obexa
Ya tardas en dárselos, ¿eh, Obexa? Ja,ja,ja,ja.
Mil besos por leerme, simpática!
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