martes, 22 de noviembre de 2011

- LOS ERRORES DE PACHÓN RUIS -



Muchos. Muchos errores en Pachón Ruis. Quizás demasiados. Sí. Los cometió. Los    ha  cometido. En todo. En sus relaciones con los demás, en la consideración consigo mismo; en su perspectiva de las cosas. Y le dolió mucho a Pachón el cometerlos. Y un día, se hartó.
Se replegó en su casa. Si no podía salir airoso en su relación con los demás y todo lo llenaba de disgustos propios y ajenos, es que entonces se imponía un recule, retroceso o reflexión.
Su casa le llenaba de distancia, de ocultamiento, de poder posponer los retos y los asuntos personales. Sí. La casa de Pachón Ruis era su descanso y su búnker. Y aunque en aquel lugar no ocurría nada especial, los disgustos de sus fracasadas relaciones con los demás, allí nunca podrían producirse. Temía volver a la vida real y a sus senderos. No quería     que     le  desconsideraran. No deseaba que le hiriesen más. Andaba quemado y herido.
Y, Pachón, fue construyendo  casi sin darse cuenta, otra forma de relación. Una relación extraña, con un mundo también extraño. Hasta que, poco a poco, empezó     a    sentirse   demasiado decaído.
Veamos. Si ahora su vida se reducía al contacto con su casa y con su soledad salva, ¿qué  demonios podría estar pasándole de malo que no entendía? Porque, sí. Porque   el   peligro  había sido siempre él y el grupo. Los disgustos propios, y ajenos. ¿Entonces?, ¿por qué ésta sensación de irregularidad y de vértigo en la tranquilidad distanciada de su casa?
Paulatinamente, fue comprendiendo Pachón Ruis. Muy poco a poco, pero fue haciéndose con la perspectiva real de su existencial duda. Sí. A su casa llamaba la oscura soledad, el teléfono apenas sonaba, los amigos parecían olvidarle, y él entristecía confuso. Perplejo. Se sentía extrañamente en deuda ...
Hasta que, finalmente, Pachón dió con la clave. Coño, ¡estaba esperando a que llamaran a su puerta! Exacto. Se sentía mal con un mundo que en su cabeza parecía vengativo y excluyente con él.
Y, tuvo bemoles. Pachón Ruis se dió cuenta de que debía hacerle un sacrificio a su miedo, y buscar nuevos caminos y en el exterior de sí. Y con extremo temor, y casi alocadamente, se lanzó a la aventura de su libertad, tímida y cautelosamente.
Bien hecho. Esta vez, Pachón Ruis estaba tomando libremente las decisiones que le llevarían a la gratificación. Había aprendido de sus errores. Ahora, llamaba a las puertas, más suavemente. Escuchaba a sus otros, se metía en su dinámica, y el contacto con la vida de los y de las demás le proporcionaba una satisfacción real e inesperada.
Pachón ahora era franco con éll@s, natural, auténtico, sincero, y miraba con ojos de igualdad. Y los demás, decidieron aceptar a Pachón Ruis, y a destacarle los valores positivos   de  su amistad y de su calor. Sí. Recibió el amor como un boomerang. Sabía escuchar, aprender y soñar con los pies en el suelo. Y fue descubriendo en sí nuevas riquezas, nuevos dioses de las pequeñas cosas, y se sintió social y feliz, pleno y real.
-HASTA ENAMORADO DE LA VIDA-

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