Cataluña. España. Las corridas de toros han sido prohibidas. Polémica. Enorme división al respecto. Darle una leche a la tradición, es de una osadía con categoría de hito.
¿Quién tiene razón?, ¿quién no la tiene?, ¿quién tiene mejor los argumentos, y quién los elabora peor?
Lo que parece claro, es que en la evolución de los seres humanos, se va planteando la idea del dolor innecesario como rechazable. Ya hay unidades del dolor, partos indoloros, etc, etc.
La concienciación, se va extendiendo a otras formas o seres vivos. Hacia los animales , por ejemplo. Mucha gente ya no considera inferiores a los animales, y decide respetarles mucho más que antes. Y la idea de los malos tratos, también a los animales, va calando entre generación y generación. ¿Cuestión de tiempo?...
Sí. El debate debería ser, limpio. Limpio de intereses políticos, y limpio de intereses económicos. La cuestión, es si eso es posible aún. ¿Utopía, hoy por hoy?
Parece, que el toro suena a símbolo de España. O, sonaba. El toro es un gran negocio de ancestro y de turismo, y las corridas, un gran escaparate de evasión y llamatividad.
Un hombre llamado torero, frente a un toro de seiscientos kilogramos de peso. El hombre, puede morir. La situación, lo propicia. Los cuernos de la res, pueden herirle mortalmente en cualquier momento. A esa emoción, hoy se le llama también, morbo. La emoción de la fiesta, no es otra cosa que la temeridad de un ser humano vestido de luces. Por cierto que el traje de torero,¿no es un poco arcáico? Nuevamente, la tradición y el atavismo.
Pues yo pienso que el toro, sufre mucho. Le arrean unos banderillazos que lo crujen, los picadores le lancean de modo brutal, y el matador le suelta un estoconazo y lo deja seco.
En Tordesillas matan a lanza a un toro, en los toros embolados de fuego las reses sufren, al igual que en las fiestas de las vaquillas. En cada pueblo de España, suele haber una fiesta de éstas últimas.
Hasta hace muy poco, lanzaban una cabra desde un campanario y no pasaba nada. Ahora, está Tordesillas en el ojo del huracán, y la afición a los toros está decayendo generación tras generación. Ya no se llenan las plazas.
El toro no es español, ni catalán, ni vasco, ni francés, ni griego. Un toro, es un toro. Ése debe ser el baremo. Un toro, como los demás animales, debe tener derecho a no ser molestado. Y ahí viene la colisión. ¿Qué hacer en las tardes de corrida con las plazas cerradas?, ¿ los políticos toman medidas frías y rigurosas?, ¿los toros son una fiesta?, ¿qué tiene que ver España con los toros y los nacionalismos?, ¿es el torero un valiente, o más cornadas da el hambre?, ¿el negocio es intocable?, ¿sigo con más preguntas? Todas tienen que ver con el pasado.
-DEBERÍAMOS AVANZAR-
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