Muamar el Gaddafi, fue seguramente el líder árabe más carismático que tuvo el mundo musulmán, si exceptuamos al mito Bin Ladden o al palestino Arafat. Fue más popular seguramente que el propio rey Hassan II de Marruecos, y todavía más que los magnates saudíes del petrodólar.
Gaddafi fue realmente todo un personaje. Un perfecto canalla, pero un auténtico sibarita, capaz de buscar una bohemia insólita que le reconciliara con la moda, con el capitalismo, y hasta con el comunismo soviético. El Gaddafi fue puro orgullo, y situó en el mapa al país de Libia. Le dio fama y presencia.
Hoy, ha caído del todo de su trono de esplendor. Este gran caudillo, ha muerto como un miserable, escondido, y entre balas de fuego enemigo y hasta amigo. Nunca se sabe.
Ataviado con gafas de sol, y procedente de un lugar muy pobre,-la misma ciudad en el que lo han asesinado-, el coronel Gaddafi debió tener claro desde bien joven, que ser pobre iba a ser siempre una soberana putada. Y no digamos, ser sumiso.
Siempre le recordaremos con aquella especie de bata-manta o chilaba de lujo, mostrando un porte destacado. Era apuesto, joven, fuerte, y dispuesto a triunfar. Era el líder sediento de aventura y poder, que gustaba de viajar y de dar la mano a gente importante, incluídos los que manejaban y manejan los hilos del mundo. Gaddafi no deseaba nunca pasar desapercibido, y aunque siempre tuvo frito a su pueblo, gozó de muchas y siempre cínicas simpáticas en Occidente. En todas partes.
Hasta que Reagan y la Tathcher le vieron responsable del atentado al avión de la compañía Lockerbie derribado lleno de gente, y le lanzaron una bomba sobre su casa que mató a su mujer, y casi a él.
A partir de ahí, cayó en desgracia. Pero su petróleo y sus recursos naturales, seguían ahí. Pareció moderarse en los últimos tiempos, y se replegó del protagonismo quasi patológico que tenía. Incluso se le ha visto dándole la mano al mismo Barack Obama.
Pero, Cronos, le tumbó. Llegaron las protestas de las primaveras árabes, y sus jóvenes rebeldes comenzaron a contestarle. El Gaddafi sacó su orgullo y su rabia,-que daba miedo-, y estuvo a punto de arrasar literalmente y con fiereza a su propia población civil. Su petróleo, estaba con él. Y su fiereza y crueldad.
Hasta que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas dijo basta, y le borró del todo del mapa. Bombardearon a sus elementos de combate, y apoyaron a la población civil. El coronel Gaddafi parecía invencible, correoso, irreductible, amenazante, y cada vez más rabioso.
Pero no pudo con las nuevas reglas del juego que aparecían. Se confió demasiado en el grito, y se negó por completo a dar cancha ni libertad a nadie. Le han matado con sus botas de asesino, puestas. Ahora, los rebeldes libios tienen el camino expedito para dar oxígeno de libertad. El fiero mito, ha muerto. La foto finish de su muerte, sobra. Solo es carnaza de pseudoperiodistas de morbo y negocio. Mas lo importante es que ahora Libia parece más libre.
-O ESO ESPERAMOS-
1 comentarios:
Explicarle a un libio lo que es la libertad es lo mismo que explicarle a un sordo de nacimiento lo que es la música.
Amunt¡
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