Sí, mamita. Hoy es el santo de todas las Cármenes y de todos los Carmelos que en el mundo son. Pero, permíteme como hijo tuyo que soy, que dedique hoy estas líneas diarias de mi blog a tu amor y consideración.
Sí. Quizás sea el primer año que el día de tu santo te lo vea cuando has ido volviendo a tu infancia. Y quizás por éso, me es especialmente emocionante y entrañable el poder darte un beso delante de todas mis lectoras y lectores. Porque te veo real, tierna, y porque me siento ahora tu papá, ¿sabes, mamá? ...
No. No se trata de ponerse cuchicuchi y melosón. Tú no eres mujer de grandes alardes zalameros, madre Carmencita. Pero lo que pasa es que eres especial. ¿No ves que soy tu hijo y que es un placer disfrutar de tí y de tus cosas cuando se te ponen ojillos de ironía y te me pones a sonreír como si todo en la vida no tuviese trascendencia y sí un todo de picardía y alegría? ...
¡Pues claro que sí, mamá! Te quiero. Yo no sé si esto de decirte que te quiero, queda cursi y obvio. Me es igual. Me nace decirte, que te quiero con toda la magia de mi corazón. Me lo has dado todo. Me has dado la vida, mis defectos, mis virtudes, has tratado siempre de hacerme el bien, y me pariste poniendo en juego tu fragilidad, y demostrando tu mujerío y tu maravilloso atrevimiento. Y, además, como no eres celosa, déjame meter en el saco del cariño a todas esas madres y mujeres que se llaman Carmen, y que en el día de hoy son loadas, besadas, acompañadas y felices.
Y como eres muy generosa y buena, porque te conozco y sé que me pides que les dé limosna a los mendigos que andan al lado del Mercadona y que te gustan sus ojos al verlos nobles y frágilmente humanos, voy a hacer algo que seguramente te va a gustar.
Porque además de felicitar a mi madre en el día de su onomástica, quiero felicitar en especial a todas las mujeres que se llaman Carmen, y que lo están pasando muy mal.
Sí. Besos a las Cármenes que están tristes, a las Cármenes que se notan solas, a las que son explotadas, a las que las maltratan, a las que no tienen un mendrugo de pan que llevarse a la boca, a las que se prostituyen para poder dar de comer a sus hijos, a las Cármenes que luchan contra sus cánceres, o a las que pelean contra sus toxicomanías o alcoholismos, y hasta a las Cármenes olvidadas y derrotadas entre los letales lodos de la exclusión. Ale, mami, ya está ...
Hoy es fiesta para mí, mi bien. No me mires con cara rara de susto. O mejor, mírame como te dé la gana y como quieras. Mírame como solo una madre sabe cómo se mira a un hijo a cualquier edad, toma esta rosa roja que conforman todas estas palabras que completan este mi homenaje, mamá Carmen, y que cumplas muchísimos más, mami ...
Sí. Tenía la necesidad de escribir por el ordenador que es tu santo, que te quiero más que a mí, que gracias a tí nació el mago y poeta que soy yo, y que tu madre que es mi abuela y que está en los cielos, te lanza otro gran beso.
-MUCHO MÁS QUE MERECIDO-
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