Atrás va quedando una infancia y ahora va brotando un sueño nuevo, mágico y temeroso. La planta no será árbol, sino que ha de pasar por la palabra arbusto, lo cual no termina de saberse muy bien qué demonios es.
Incertidumbre y sueños vulnerables, fugacidad y toda la vitalidad. Tetas que aún no son de mujer, y músculos potentes y larguiruchos que ni siquiera se parecen a los de la juventud pisada. Hay que esperar ...
¿Esperar en la adolescencia? ¡Lo que faltaba! Esperar. Esperar a que los huesos duelan y a que uno tengo claro más o menos de inmediato qué anhela y que no es otra cosa que afecto, delicadeza y comprensión. Aunque no se sepa bien ...
Padres e hijos, choque generacional, incomprensión mutua, y sonrisa y abrazo al final deseados. Toda la paz. Sí. Adolescentes. Ganas de poder de ser sinceros, y de tener o poseer aquello que ya de antemano se sabe que no es posible. La libertad de la adolescencia. El gran paso en el aire, y los primeros y torpes deseos de irse un poquito de la casa de los padres hacia no se sabe muy bien adónde. Pero un adónde maravilloso, decidido, ilusionante, socializador, personal, creciente, y como una primavera eterna y a la vez fluctuante y caprichosa.
Formarse y aprender a rivalizar. Menudo reto. El golpe y la violencia como solución fácil y más que errada. El imperio de las hormonas se debate entre la complejidad que cuesta entender, o el no calentarse mucho la cabeza y reírse y hasta fumarse un porro compartido. A todo azar ...
El riesgo y el sexo como propuestas. La idolatría hacia el triunfador. La necesidad de tatuarse en el cuerpo que te gustas a tí mism@ y a dos chic@s más a l@s que nunca llamarás por la arcáica palabra novi@. No. La adolescencia es el momento de la pandilla y de los amigos, y de los tebeos y revistas pícaras que nunca te dije, y de salir a la playa con nula ropa en el cuerpo y con un metro de esos que gastan los sastres para confeccionar los atuendos de los mayorotes.
Exceso, da la nota, pon cara de enfado, exhibe tu sonrisa embrujadora, vístete de mayor aunque te ganes la bronca, te saltas el rojo de los semáforos que no entiendes; me voy al burguer y luego me compraré una pizza con mucho ketchup para cenar o lo que sea éso ...
Rebeldía y autenticidad, miradas enamoradas de asombro embobado, líderes de capoeira amiga en una playa de boxeo y acción, series de bueno y malos, deporte y más deporte, cómprate la ropa que no esperan, el piercing desorbitado, y la isla tuya con la que te imaginas haciendo arabescos más allá de la hora que te marca la tiranía de la necesaria autoridad.
Tiempo de reflexión, de preocupación, de contradicción, de experimentar substancias y viajes de futuro, minitiempo personal de ordenador e iphone, de móvil y autolenguaje, de lucir la piel de los sentimientos que envuelve un yo tierno y siempre añorado. De pensar en jardines y quitarse el moco inoportuno, de dormir, y de dejar la responsabilidad en delegación.
-AHORA TOCA ÉSO-
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