domingo, 29 de julio de 2012

- LA REUBICACIÓN DE LISARDO -



Casi de repente, Lisardo se sintió muy solo. Demasiado solo en medio de la gente. Sintió muchas ganas de llorar. Mas era absolutamente necesario, si lo que deseaba era ver   su   realidad y nunca sus sueños de error.
¡Coño, estaba solo! ... Mucho dolor dentro de Lisardo. Y decidió mirarse una y otra vez en el espejo. Era imprescindible que tomara de una vez las riendas de su vida, y que no se dejara llevar por los otros, los cuales nunca podrían comprenderle.
Allí, delante del espejo, estaba Lisardo. Era él. Los brazos y las piernas, las movía él y nadie más que él. Y además, era irremediable.
Crecía Lisardo. Sí. Afortunadamente, comenzaba a ver. Debía de aprender a ser sujeto activo de sí mismo. Debía levantarse, olvidar y caminar. Su pasado extraño, no podría más   que causarle distorsión.
Las opciones de decisión en Lisardo eran bien limitadas y hasta taxativas. O decidía tomar las riendas de su vida, o sería finalmente el estéril hazmerreír de muchos.
Pero la buena cosa de Lisardo es que era inteligente y rebelde como los ángeles, y podía tener capacidad de decisión. No se sentía nunca, un ser derrotado. Si acaso, un niño creciendo ...
Y los niños han de ir al colegio, jugar, juntarse con los demás niños, llorar, reír, alejarse de su cuna, caminar por cerca de ríos y montañas, y finalmente comenzar poco a poco a conocerse a sí mismos. Mas, a Lisardo, le costaba reiniciar su nueva y sanitaria reubicación personal.
Ser responsable de las cosas de su vida. Sí. Hacerse cargo de sus músculos y huesos, de su economía, de su universo personal y de su libertad. Siempre cuesta romper un apego extraño, que autoanula y no deja ser uno mismo.
Lisardo se dió cabezazos contra la pared, pero lo único que lograba su ira era que se hiciera daño. Después, decidió no comer, pero tenía hambre y su salud se resquebrajaba      por   momentos.
Ya pocos confiaban en Lisardo. Pero, finalmente, Lisardo se abrió al mundo. Poco a poco. Sin alardes ni estridencias. Desde su actitud cotidiana renovada, se labró una dignidad   y   un autorrespeto. Era coherente, y se quería mucho más a sí mismo. Empezó     con    un hacha  indiferente a enterrar su pasado, y se dijo a sí mismo que nunca miraría hacia atrás. Fácil, no sería ...
Los errores y las penurias, quedarían finalmente en momentos del pasado. Ahora, era el proyecto de otro ser. Una nueva persona, que por fin había logrado entreabrir los ojos de sí mismo. Lisardo estaba resucitando, tomando vida real, y reconciliándose con su ex mundo triste y estéril.
Lisardo, logró crecer entre penas, lloros y enormes desencuentros. Sacó su yo en el mismo momento en el que iba a tirar la toalla, y se sorprendió a sí mismo con su bella sonrisa.
Ahora Lisardo era el amor y daba amor. Nadie podía decidir las cosas de su vida, ignoraba a quienes le habían sentenciado etiquetándole como un ser menor, y sabiendo sonreír y con naturalidad a un sendero que ya formaba parte de su patrimonio personal. Lisardo, ya podía vivir su vida y la de los otr@s.
- ¡ENHORABUENA, LISARDO! -

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