lunes, 9 de julio de 2012

- FEDERER GANA WIMBLEDON 2012 -



Moreno, serio, suizo y elegante. Viejo para tenista, y seguramente el jugador de más clase del circuito y con alguna diferencia. Porque ni Djokovic ni Nadal tendrán jamás su virtuosismo y talento.
Ayer, en la pista número uno de la londinense Wimbledon,-que es la capital mundial del tenis sobre hierba-, Roger Federer dió a todos una de sus últimas sorpresas positivas. Cuando nadie daba un duro por él y le consideraban un previsible outsider, el mito del suizo se negó a romperse. Ganó de nuevo.
Roger no es inglés. Pero como si lo fuera. No ama el ruído ni le gusta dar la nota,     es      tremendamente deportivo, y en cada golpe y gesto se escriben las notas mágicas del fair play.
Sin descomponer jamás la figura, ortodoxo a cien como si sus lecciones magistrales de gran tenis las hubiera dado en las míticas Cambridge u Oxford, Federer se presentó en la final de Wimbledon de este año a la chita callando y sin hacer ruído. Miró a su rival Andy Murray, le jugó y le ganó. A continuación levantó el trofeo, y mostró su exquisita educación tantas veces destacada.
Sí. Federer no es McEnroe o tipos de grito y alarde casi forzado. Federer es talento genial al servicio de las buenas formas y de las maneras exquisitas. Lo que llamaríamos un noble deportista. Un rara avis, en los tiempos que corren.
Porque Federer no se enfada con nada. Apenas. Sabe que lo suyo es una etapa de su vida, en la cual tiene una raqueta en la mano y un talento fuera de lo común.
Roger lo ha ganado todo. Ha recibido todos los premios deportivos habidos y por haber. Wimbledon, lo sabe. El buen aficionado al tenis sabe que ir a ver al suizo es ir a ver que van a pasar cosas maravillosas, gane o pierda. Que, tras verle, habrá valido la pena gastarse el dinero de la entrada.
Wimbledon 2012 mira admirativamente al bello Federer. Lo ha vuelto a hacer. Ha pasado por encima de todos sus rivales y de todas las dudas. Ha aparcado toda su vejez deportiva y toda su previsibilidad, y ha demostrado a todos nuevamente lo que es capaz de hacer.
Y, a continuación, ha tomado la toalla y se ha enjugado el sudor. Se ha puesto una ropa nueva y ha dejado atrás la suciedad del esfuerzo. Y, finalmente, ha agarrado todo su baluarte de raquetas y accesorios, y se ha marchado tranquilamente con una sincera y tranquila sonrisa de satisfacción camino de su ganada intimidad.
Los coletazos geniales del suizo, siguen marcando historia. Va cumpliendo años pero nunca se despeina y cuida su look. Como un lord o gentelman inglés. Como alguien al que ya nada de lo que pase en las pistas hubiera de producirle una frustración irrecuperable. Es maduro y deslinda campos. Ahora toca vivir el presente de su recuperación del nomber one, y saborear su enorme hazaña. Ha vuelto a ganar nada menos que Wimbledon y por séptima vez, y eso tiene un mérito arrollador. Ha vuelto a sacar su educado genio personal e intransferible.
- ¡CONGRATULATIONS! -

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