Era yo un niño. La Semana Santa de mi niñez, la vivía como un rollo insoportable. En la radio sonaba música triste y religiosa, y estaba prohibido cantar y mostrar alegría. Mis tiempos de Franco y de Iglesia. Días aburridísimos.
Hasta que, afortunadamente, llegaba el Domingo de Resurrección. Albricias. El solete de Abril se volvía alegre y hasta aventurero. Se podía salir de aquella rutina por fin. Sí. Unas recién compradas zapatillas azules y para jugar en la pascua festiva, aguardaban en lo alto del armario de mi casa. Algo bueno iba a pasar.
Todo empezaba a cambiar cuando yo me percaté de que la misa del domingo tocaba ya a su fin. Salíamos de la iglesia, llegaba a casa, y me ponía las zapatillas azules de pascua. Me preparaba. Por la tarde me esperaba la fiesta excitante de la libertad.
Mis padres me llevaban al seco cauce del Turia de mi Valencia del alma, que está al lado de mi casa de siempre y actual, y allá que bajábamos. Por supuesto no podía faltar la cometa y el "catxerulo" que llamamos por aquí. Empinar o izar el "catxerulo" al viento, bailar la canción pascuera de la "tarara", jugar al balón,y corretear imparable e incansablemente por la hierba del cauce seco, y soñar a ser libre y a ser feliz. Era la necesidad y la tradición. Me lo pasaba bomba. Mis recuerdos selectivos así me lo dicen.
Y después, merendábamos al más puro estilo tradicional valenciano. La longaniza de pascua, la mona de pascua, y el rito de romper el huevo duro del bollo en la frente de los amigos y familiares. Sí. Ese acto era muy esperado e hilarante por tradicional. Supongo que sería porque daría suerte, o vaya usted a saber...
Alguien decía que el Valencia le había ganado al Elche, mi padre me ayudaba a que el citado y popular "catxerulo" se izara algunas decenas de metros, el sol acariciaba mi piel de niñez, y el ambiente en el Turia era especialmente atractivo. Mis zapatillas azules y pascueras eran testigas de mi vitalidad, alegría e inocencia.
Hoy, todo ha cambiado. Sigue la tradición, pero inevitablemente modificada por los avatares del paso del tiempo. Pero me he sentido feliz recordando estos retazos de mi niñez, que seguramente son idénticos retazos de la niñez de muchos niños y niñas de mi generación. Aquellas pascueras azules tenían una magia de brillo.
-INOLVIDABLES-
2 comentarios:
Muy bonito, Mago.
Un beso fuerte.
Gracias por leerme,Honey!
Mil besos y me alegro que te haya gustado.
¡Muaks!
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