Siempre he considerado a la profesión de árbitro de fútbol como de alto riesgo. No comparto la teoría esa tan popular que sostiene que todos los árbitros son unos burros y unos chulos con afán de protagonismo, los cuales son malos porque lo son, y porque lo más redondo que han visto no es un balón sino un triángulo.
No, y no. No participo de esa idea. Creo que los toros los vemos desde la barrera y que parece fácil es hablar. No todo el mundo está dotado para pitar un partido de fútbol. Es que son sesenta o cien mil personas, gritando e insultando contra ti, todas juntas y en coro. Decididamente, no todo el mundo puede nacer con el don del arbitraje. Solo unos cuantos.
Andaba anoche zapeando por esas teles de Dios y de la TDT, cuando de repente puse Telecinco y vi que estaban jugando los cuartos de final de European League, el At. de Madrid y el Valencia. Faltaban bien pocos minutos para que el partido fuera concluyendo.
Cuando, en un balón centrado sobre el área de los colchoneros, vi asombrado como el gigantesco delantero del Valencia Zigic, era agarrado contínua y descaradamente, hasta finalmente ser derribado dentro del área y con estrépito. Por si había alguna duda sobre el colosal penalty, el ex yugoslavo Zigic mostraba su camiseta hecha jirones y mostrando su masculino pezón.
Estupefacto, pude constatar que el árbitro internacional Florian Meyer, no solo no pitaba el penalty de clamor ante algunas sonrisitas de los aficionados atléticos, sino que se negaba una y otra vez a consultar a, ¡cinco jueces!, que le acompañaban en la dirección de tal evento deportivo. Ah, y por supuesto, ninguno de los cinco ayudantes dijo ni se atrevió a esgrimir la verdad rotunda: ¡que era penalty!, ¡coño!...
Los jugadores del Valencia, incrédulos, pidieron justicia explicativa al trencilla de Alemania, pero el tal Florian Meyer, que no, que no, y que no... ¡Increíble!...
Sí. Os decía al principio que no es fácil ponerse a arbitrar un partido de fútbol presidido por decenas de miles de personas. Lo que pasa es que si te pones ahí, entonces has de hacer de tripas corazón y emplear el reglamento como arma, y pitar cuanto menos las obviedades,¿no? A Florian, dicen los eufemísticos que le faltó personalidad, pero el insigne Diccionario de la Lengua de Cervantes no hace alusión a eso, sino más bien al coraje. No pienso decir lo que siento.
Ahora, más en frío, reflexiono. Como en todas partes, ha de haber de todo. Florian tuvo una mala tarde. Es más que evidente que no habrá pegado ojo en toda la noche y que será sancionado. ¿¿O no ?? ...
-HAY QUE SABER ESCOGER-
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