sábado, 10 de abril de 2010

- EL CABANYAL DE VALENCIA -

Ya lo véis estos días en los telediarios. El Cabanyal. Un barrio del distrito marítimo de mi ciudad, que está siendo pasto de las piquetas. Un barrio emblemático, histórico, y hermoso.
Se trata de la misma historia de siempre. La impotencia frente al poder del dinero. El Ayuntamiento, aprovechando la coyuntura de la precariedad y de la desvergüenza de algunos de sus vecinos, va dejando que progresivamente el barrio de los pescadores se vaya deteriorando, y que los sitios se conviertan en ruinosos, abandonados, y que sean invadidos por gente de la droga o de la marginalidad. La excusa.
En ese momento de exclusión, entonces al Consistorio se le ocurre que por qué no hacer otro Paseo aunque sea por el medio de la barriada y destrozando lugares hermosos e identitarios, para poder meter sus coches y sus nuevas casas bien cerca del mar. Y seguir haciendo el negocio.
Como véis, no hay nada nuevo bajo el sol. En todas las ciudades pasa lo mismo. Se pasan por el forro si es necesario a la raíz, al alma o a la seña de cuna. Inconscientes.
Sí. Las piquetas, dale que te pego. Sin concesiones. La policía, golpeando brutalmente a quienes deciden oponerse a los caprichitos del dinero, y recibiendo estos invadidos y maltratados no anónimos, estopa por todos los lados. La plataforma vecinal "Salvem el Cabanyal", resiste el embite del poder del dinero con todo su corazón. Pelean por lo suyo, por lo que es de justicia, por lo propio, y no consienten los abusos que se les anuncian y vienen encima. Es una resistencia numantina, y a la vez, descorazonadora.
No resisten por resistir. Están hasta los cataplines de tanto desprecio. Por eso gritan, se hacen grupo y denuncian las golfadas y artimañas que proponen y certifican los ricos irrespetuosos y caprichosos. ¿Dónde quedan los urbanistas y los humanistas? Tiempo de gente dormida.
Sí. En el Cabanyal ya no deciden los pescadores humildes, sino la porra brutal de un agente que cumple órdenes de quien ha perdido ha mucho la idea de identidad y de respeto a los demás. Es una suerte de complicidad a dos bandas: los ricos, y los cómplices y traidores de la barriada.Casi es un choque cultural.
Se pierde todo. La memoria. La memoria histórica. El cariño por lo cercano. Se vende lo antiguo por viejo, lo olvidado por inexistente, la brutalidad como orden , el capricho como concreción sin miramientos, y todo así.
El Cabanyal pierde el alma, la idea matriz, se le invade hasta el comedor, se tiran las cosas al suelo, y luego si te quejas el malo eres tú.
-VERGONZOSO PERO REAL-

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