martes, 25 de septiembre de 2012

- ESA MÚSICA -



Más allá de las emociones teóricas que nos sugiere el canto de los pájaros o el ruído de las olas del mar. Como si una caracola mágica pudiera ser humana y libre, entonces nace   una  especie de gemido sofisticado que brota desde el imperio magno de nuestra propia sorpresa.
La música es una marca. Una referencia de notas y versos, de pentagramas y partituras, de violines y trompetas, de baile, danza, canto y poesía. Sí. La música somos todos nosotros. Nuestros momentos de euforia y llanto, nuestra expectación, y hasta nuestro duelo. La música se vuelve humana, aterriza sobre nuestra piel y sobre nuestras cuerdas vocales,  y entonces algo nuevo se crea y se recrea.
Música es cuando te brillan los ojos, cuando te distraes, cuando te lo pasas bien con la gente, cuando compartes alegría con los amigos de tu libertad, y cuando parece que sucede un goce interior dado que quien se lo está pasando especial, eres tú.
Hoy ha venido al coro amateur donde ensayo todos los lunes, gente nueva con ganas de que pasara algo distinto y quizás inconcreto. Sí. Ha venido gente a la que le preguntabas qué hacía allí, y no sabían muy bien qué contestar a la primera. Mas, poco a poco,   lo      van sabiendo. Quieren, cantar. Lo que sea, bien, mal, regular, a su estilo, con vehemencia, con modestia, vanidad, heterodoxia, o sin expresar en su rostro la substancia con la que juegan o se evaden.
Esa música. Sí. Ese poder eterno y maravilloso, que poseemos todos los seres humanos y que no podemos negar.
En efecto, queremos cantar. Estamos de acuerdo y subyugados por algo que demandamos. Cantamos, porque queremos ser felices. La música tiene estas cosas. Te sorprende.   Me  sorprende. Es capaz de convocar, de concentrarte, de relajarte, de llevarte a parámetros de realidad y de naturalidad que nunca la literatura teórica podrá explicarte. A enamorarme hasta las trancas de toda élla ...
La música es sentirse vivo. No le busques más. No imitamos a nadie, ni hacemos un karaoke en medio de la Aldea Global. No. Cantamos porque somos universos del microcosmos capaces de emitir colores de agrado y de ternura. Llorar no es cantar. Llorar es gritar el abatimiento. Un duelo opuesto a la esencia de la música ...
Ponle el nombre que quieras a lo que te gusta. Llámale coro, coral, solista, bongo, banda, salsa, rumba, rock o punk. Ponle el traje que quieras y el maquillaje o puesta en escena que te dé la gana. Pero procura que bien pocos te digan lo que tienes que hacer con la música. Porque, música, eres tú.
Música es tu libertad, tu voz, tu danza eterna frente al espejo, aquello que te acerca al mundo de la sonrisa y de la sensibilidad, lo que te aleja de las guerras y de los malos rollos, lo que te vuelve internacional y rompe todas las barreras en un arranque necesario y tuyo de audacia y sinceridad. Tu valentía.
Cantan los siberianos, los turcos, los alemanes o los kurdos. Cantan los seres humanos,  las personas, los seres de carne y hueso, los hombres, las mujeres, los niños, los ancianos, los jóvenes, los tullidos, los mancos, los grandes atletas, y hasta los enemigos sempiternos  que deciden no volverse a ver nunca más.
Esa música de todos, es eterna como las estrellas y las galaxias, como los partos felices y los nacimientos, como los amaneceres hijos de los firmamentos plagados de sueños, o como ese amor propio que nos nace de lo más profundo de nuestro corazón.
-LA MÚSICA NUNCA MIENTE-

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