viernes, 8 de julio de 2011

- LECCIONES EN MI CONVALECENCIA -



Una de las palabras clave en la recuperación tan deseada de mi rodilla operada,     es     ésa:  convalecencia. Es decir, que estoy en período de incertidumbre sobre el futuro de la citada articulación.
Sin plazos. Encima de mi bicicleta, me doy cuenta de que el tiempo es una trampa. El tiempo y el plazo, son unos horizontes traicioneros y errados. Lo que toca ahora es disfrutar con cada pedalada, y concentrarse mucho; incluso cerrar los ojos. Éso es. Cierro los ojos y me valoro por adentro. ¿Qué diantres le pasará a esta rodilla? Voy a ver. Lo primero, es que tiene prisa por ponerse del todo bien. Craso error. ¿A qué la prisa?
Me concentro más en todo el giro sobre el pedal, de mi ahora delicada articulación.  Juego  sobre mis movimientos. Los inspecciono a través de mis sentires y sensaciones. Bailo sobre mis movimientos y hago enormes esfuerzos por contenerme y no pedalear deprisa. Por ir hacia la clave. Por, tratar, de darle a los pedales casi a cámara lenta, y fijarme en descubrir sensaciones nuevas, positivas y reveladoras. Trato de lograr toda la información posible desde mi máquina de pedales. Siento que todavía me falta todo un universo por descubrir. El universo de la convalecencia y de la recuperación.
Voy a ser constante, y luchar día a día por no ser ansioso y querer las cosas ya. Me costará. Me conozco y sé que soy nerviosote. Gran error y hándicap. La clave de la recuperación va a ser mi actitud. Dependerá de cómo tolere los procesos recuperadores.
Lo importante es juguetear con mi pierna sobre el pedal, sonreír, y quitarle drama. En    la  medida en que mi convalecencia sea mi período de espera sereno y hasta   feliz,    mis   aspiraciones de mejora se abrirán con claridad.
Mas insisto. Este tema mío no es cuestión de velocistas, sino de fondo. Es, tesón, constancia, ausencia de ansiedad y prisa, lentitud, no pensar en tiempos a corto plazo,       ser      feliz  recuperándome, no fantasear con mi futuro, y darle todo el beso y masaje a mi pierna.  Sí.  Volver a dejar que brote la alegría en mi poder articular.
Si logro frenarme, escuchar mis sensaciones, aterrizar de la silla estática feliz y sin dolor, descansado y esperanzado, obediente y tranquilo, entonces todo me irá mejor.
Pero si me empeño en arrear, en meterle caña, en disparar el cuentakilómetros   y    hacer alardes precoces y absurdos de potencia y ritmo, entonces me meteré   sin   querer    más  presión a mí mismo.
-TODO DEPENDE DE MÍ-

0 comentarios:

Publicar un comentario