Extrañeza. Horizonte con sombras, sorpresas sin brillo. Casa propia, casa de uno, casa de mayor, mas todo anodino y casi poco familiar.
Casa de vacación con sombras, casa propia pero apagada, tarde de silencio asombroso sin nubes en el horizonte. ¿Por qué a esta casa le falta el alma de antaño?
Nuevo silencio. Casi Agosto. Reflexión. Impaciencia corajuda, adaptación costosa, crecimiento doloroso, jungla descubierta con los peligros inherentes a la responsabilidad de lo obtenido y de lo que se posee.
Casa fría en pleno verano y sin ventilador. Casa sin ganas de sol ni de viento, casa cueva con precauciones defensivas, habitáculo que solo sirve para imaginar otra realidad que solo es mentira.
Casa legada, casa inesperada, casa propia, antigua y sin usar. Casa no elegida ni decorada, casa manga por hombro, casa por determinar y construír, casa que busca desesperadamente músculo y alegría. Casa, casi a destiempo. Muchas veces casa de lloros. Casi siempre, casa de preocupación. Casa quizás para el futuro, pero no para el ahora. Mas la puñetera realidad no conoce de matices que huelan a llaves de un pasado que pueda explicar la no luz.
Estancia condicionada, vecinos extraños, toda la soledad, gastos de rehabilitación frente a una pensión vitalicia, y una cierta e inevitable capacidad de rebeldía. Todo siempre se acaba moviendo. Pero, aún es bien pronto.
¿Cómo serán las habitaciones más interiores y hasta esotéricas?, ¿qué misterios y nuevas podrán esconder?, ¿de qué madera y siglo serán los muebles estáticos y llenos de recuerdos de familia?, ¿se habrán roto los vínculos que lleven a un origen claro de un afecto troncal y común?
Casa ignorada. Casa defensiva. Casa, para salir a explorar sin abrir las puertas exteriores. Cuartos históricos, recuerdos en la memoria que casi coinciden con la realidad evocada, y necesidad de levantarse de la hechizada silla y dar dos fuertes palmadas.
Manos a la obra, se abren los balcones, ventanas y galerías. Acecha el miedo, pero también el valor. La casa se estremece. Le ciega la luz que penetra desde el exterior. La casa, se mueve. Se rebela, protesta, parece estar bien como está, y no quiere líos ni cambios.
Sí. La casa está errada y cerrada, y no sabe protegerse. Ha de aprender a convivir con sus nuevos moradores, y con el paso oblícuo y penetrante del aire y de los sonidos nuevos. La casa vieja ha de reflexionar. Reconfigurarse, y revivir.
-O MORIRÁ-
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