sábado, 23 de julio de 2011

- FURIA Y MIEDO -



Furia, piedras volcánicas al crepitar, fuego en los ojos, nervios, ansiedad de zombies con palos entre las manos descarnadas, y toda la pasión y el miedo del mundo.
Caos y Satán, malas iras, desconsideración y escupitajos, rabia en  la frutración,     abusos,   violencia, malas artes, delincuencia, infierno, cueva y puta oscuridad.
Caballos que relinchan, el enemigo que ataca a traición, músculos adversos, fieras con dientes como flechas buscando alimentarse de los seres vulnerables; fuerza hercúlea para matar.
Toda la furia desbocada, mares embravecidos, y rota toda la parsimonia de un verano de seda y vacación. Golpes, leches, hostias, latigazos, arreones con una     cadena     y      sin   miramientos, sado maléfico y amenazas de catástrofe agresiva. No mueres, sino que sufres.
Desmesura en la impotencia, derrota llorada, insultos con fluídos sobre tí, tu cuerpo en volandas de caníbales famélicos y terribles. Más furia. Defiéndete. No mueras, y haz lo que sea para sobrevivir. Engaña a toda la moralidad, y resucita de entre todos los perecidos. Lee de una puñetera vez a Charles Darwin. Él es tu clave y tu fijación. Tu           necesaria       supervivencia.
Incertidumbre y riesgo, todo puede pasar, te resbalas, o te atrancas, o el miocardio te vuelve al pulso del bebé. Puedes ser menos que nadie, mal recibido entre los demonios del macabro y letal infierno, y si hay un horror que puedas imaginar, seguro que siempre puede ser mucho más severamente peligroso.
¡Oh, azar nagativo! Pesadilla de todos, destrucción de la estética cordial, fealdad de vómito, desfigurado el rostro del patrón de todas las bellezas tullidas y malformadas. Sufre,   ser  pequeño. Bebe el orín de la adversidad más imprevista y totalmente posible.
Precipicio y ansiedad, malos pensamientos, color de luto fatídico, desesperación en medio del vestido de optimismo, ingenua esperanza. Solo debes saber que tu vida no es más que una anécdota en el tiempo. Sí. Bien breve.
Porque hay terremotos personales, tsunamis del alma, y capacidad para llorar    el      grito  desgarrador. Sí que existe el dolor. Duele mucho el dolor. Como una jeringa punzante de medio kilogramo de peso, como cuando estás solo en el medio del camino, y cuando    los salvajes te lanzan piedras impunes y picudas en la diana del corazón.
-LO SIENTO-

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