Dicen las noticias, que en mi España, el Movimiento de indignados 15-M ha logrado frenar ya la cifra de medio centenar de desahucios inminentes. Sí. Las leyes querían echar de sus casas a cincuenta familias que no podían pagar el alquiler de dichas viviendas.
Os confieso, que toda esta nueva savia de justicia, me emociona y me enternece. Esto que sucede en mi España, me reconcilia con el mundo y me hace más humano. Soy más yo.
Esto es ejemplar. Cuando veo a estas gentes que se concentran, en espera de la llegada de la policía con la orden de desahucio, y les increpan con sus consignas indignadas y cargadas de razón, y consiguiendo paralizar o posponer las actuaciones, os confieso que a veces me pongo en pie y rompo en aplausos. ¡Chapeau!
Es gente maravillosa. Se va gestando un nuevo caldo de cultivo que no lo puede parar nadie. Es una nueva visión ética de las cosas. Realmente, emocionante.
Hay una piedad y compasión social y creciente, que a golpe de grito y paz, se enfrenta a las frías y deshumanizadas reglas del juego que el ramplón capitalismo propone, y dicen que no. ¡Que no tragan! Que no se tira a la calle a la gente a la gente que está enferma y que no puede pagar. O a los parados que no pueden hacer frente a las deudas. Y les dicen a los que han generado la precariedad y el desastre, que en dónde está el dinero, y que son presuntamente unos solemnes chorizos.
Hoy, además la fuerza ética y maravillosa de estos jóvenes, me ha impresionado sobremanera. Porque, al parecer, la policía estaba abusando de su autoridad ante un hombre negro, y va y la barriada les ha dicho a la policía que dejaran de dar por saco y que se largaran de allí. Y además, con el latigazo más potente e imparable: a través de la palabra contundente de la Paz. De, la no violencia. Y de la auténtica justicia.
El mundo está cambiando. Será, bien poco a poco. Pero las reglas del juego que hasta ahora parecían no presentar fisuras, comienzan a sufrir un deterioro evidente.
Sí. Ya no están las sentadas ni los campamentos, pero hay un sustrato que no se detiene. Una nueva fuerza emerge imparable. La ética, vira hacia una mayor posición de justicia social que lucha contra la exclusión. De modo, que nuevamente rompo en aplausos hacia la valentía admirable del Movimiento 15-M.
-Y ME QUITO EL SOMBRERO-
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