lunes, 4 de julio de 2011

- LA MONTAÑA REAL -



Ayer, y tras muchos meses de ausencia, volví de nuevo a la montaña, y a caminar por   sus senderos, sendas y caminos. Pero, por ahora, solo me llevaba la euforia.
Sí. El deseo de que ya estaba bien de mi lesión, las ganas de andar, y todas     esas     cosas  precipitadas y que tan mal se llevan con lo sereno y con lo natural.
Cuando llevaba cerca de una hora de camino, comencé a sentir molestias en donde la antigua lesión. Y yo, llevado por el deseo de no querer escucharme a mí mismo, seguí caminando  a  lomos de un deseo imposible. Una hora después, debí parar del todo, y la hinchazón  en  la articulación me llenaba de impotencia y pena. De desmoronamiento.
Pero, entonces, se dirigió a mí esa maravillosa y santa montaña, que es la realidad. Y yo, la escuché contrariado, pero la escuché. Y me dijo muchas cosas, muchas de ellas   todavía   imperceptibles.
Sí y sí. La diosa montaña me dijo que la primera excursión tras la operación de Diciembre, solo podría llamarse paciencia. Que todo estaba físicamente dentro de lo previsto. Que,debía tenerme conmigo más humildad y más querencia.
Y mientras escuchaba los consejos sabios de la diosa montañera, mi amiga Miren me ayudaba con las manos de su calor amical, y me decía que siempre debíamos ser positivos. El bueno del senderista Dámaso, se fijaba en la deficiente,-por inactiva-, musculatura     de    mi  cuádriceps, y me aconsejaba el comprarme una goma elástica     para     darle    potencia   y flexibilidad a mi articulación.
Y, además, la montaña me seguía hablando. De mí. La montaña, junto al agua fresca del río Cabriel, me hablaba de mi responsabilidad para asumir los esfuerzos y la fecha para darme realmente el okey. Me decía, que la vida al otro lado de la puerta de mi casa, ya es la montaña. Y que hay que saber estar ahí, y luchar todo lo posible para así salir airoso de las situaciones. Y que lo más importante de todo en esta vida, era yo mismo. Y que los demás, también estaban ahí. Que mi obligación era sortear vicisitudes negativas, para así algún día sacar esa sonrisa social que llevo bien adentro. Que, ¡adelante!
Y así, poder andar, cantar, escuchar, reír, soñar, luchar, llorar, tranquilizar, sosegar, respirar, pensar, amar, y, sencillamente, vivir. Vivir, en el medio de toda la realidad.
-ME GUSTE O NO-

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