Plantas de mi balcón. Sorprendidas. El calor inesperado, invade la primavera de mis plantas. Ese calor. ¿Qué hacer? Todo ha crecido raro y a destiempo. Las flores se van secando al menor descuido, y el tono verde de las hojas y tallos quiere parecerse únicamente al del monótono y enorme verano valenciano.
Los cuidados hacia mis plantas, han de precipitarse. Todo ha sido una ráfaga de poniente en el corazón de Mayo. Brevedad. Todo fugaz. Flores vistas y no vistas. No pueden exhibirse como otros años. Son flores que nacen rutilantes en Abril, y que acababan de fallecer en la primera y traicionera semana de mi Mayo. Plantas a la playa. Plantas, a la tropicana, que quieren sol.
Sí. Me quedo sorprendido y un tanto defraudado. Manos a la obra. Riego y riego. Más riego. Agua. Estas mis chicas plantas, necesitan agua de renueve y vida. He de templarlas , serenarlas, darles de nuevo la forma adecuada y que merecen, retirar todo lo que apunta a sequedad, y todo el vigilar de sus constantes botánicas. Il faut.
Sí. Fugacidad. Lo florido, es este año una cosa imposible. Adiós al brillo y al color. Hay que salvar el verde planta, el verde vida, el crecer, desoír al calor que las ataca, y poner el corazón en cada movimiento de aproximación hacia ellas.
Porque mis plantas están nerviosas, irritadas, molestas, y casi desnaturalizadas. Es cosa de vigilar los cambios de los próximos días. Sí. Fue mala cosecha de colores, en este nuevo año de cambio climático y de tantos cambios paulatinos para mi vida.
Pero, todo es aprender de la sorpresa y del capricho climático, del viento que nos toca, del día veraniegamente cambiante, y del azar maravilloso que en el fondo me da toda la excitación climática. Exceso natural y necesario.
He cogido mis tijeras, y he podado algo mis plantas maltrechas. Me están diciendo cosas. Las escucho. Me dicen que les meta sombra o se niegan a vivir. Que es imposible. Y yo, las tranquilizo, las toco con mis manos y con mi alma, y les digo que no temáis porque vuestro jardinero siempre estará ahí. En el balcón donde me inspira la vida, y la vida de este escrito apasionado.
En efecto, he salido con una fuerza brutal de las tareas jardineras. Airoso. Satisfecho como un león en celo y haciendo el amor. He vivido la vida que me acaricia y me da prestigio y manantial. Han brotado de mí unas bellas frases, y yo sé que han sido mis plantas. No hubo brillo, pero la vida ha estado ahí. Sigo magnetizado por el arrobo vital.
¡Por muchos años! Me he sentido flor breve y planta eterna, primavera extraña y sangre de varón, desafiador de climas traviesos, y protector de infinidad de sueños de amor. Vida. Solo vida que brota. Siempre, vida que crece, que madura y que sueña ...
-BESOS-
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