miércoles, 9 de febrero de 2011

- SIEMPRE CRECIENDO -

Sin fecha de inicio ni de final. Siempre hacia arriba. Creciendo como persona. Intentando crecer como persona. Porfiando siempre por crecer como ser humano. Necesaria convicción.
Perfeccionarse, aprender, observar, cultivar un futuro, no conformarse así como así con las cosas, el derecho a ambicionar una estampa personal más confortable. Nunca ceder.
Es una aspiración sana y loable. Recuperarse. Hacer todo lo posible por estar mejor y más feliz. Si una planta logra rebrotar y vuelve a crecer, algo aparece con sabor a sonrisa positiva.
No me da la gana quedarme como estoy. Lo siento. Voy a intentar cruzar ese río superando los miedos, o caminar más kilómetros que ayer, o a atreverme a decirle a esa chica que la quiero, o a renovar en profilaxis mi natural inconformismo.
O aprender más informática, o apuntarme a unos sueños reales de pies en el suelo, o cantar alegre junto a mis amig@s una canción inolvidable de Sabina.
O decir que no me da la gana, cuando crea que lo que sucede no es justo. Y gozar de ese yantar que me da energía, aspirar a un trofeo de paz justamente laborado, y sobre todo, a intentar por todos los medios a mi alcance, ser auténtico.
Y cantar como un adolescente con una guitarra, en unos pueblos perdidos de la Sierra. Y guiñarle el ojo a un niño travieso en complicidad con su ternura lesa e infantil, o escuchar galantemente la dulce conversación de una elegante señora madura y cañona.
Como Alberto Cortez, me gusta perseguir a Manuela e irme en bicicleta con ella a la playa de los sueños para seguir a un amor inocente y deseado. Y ser libre como las palomas, las cuales hacen lo que les da la gana por la ciudad y para sobrevivir. Son libres.
Como la vida. La vida está de moda. La vida se renueva, y baila, y trina, y se estremece de dinamismo a lomos de un corcel. Vida de febrero, vida de mí, vida de todo. Ciclo imparable, que se hiergue en medio de toda mi evidente realidad.
Por eso quiero seguir creciendo. Porque quiero vivir. Y seguir. Y disfrutar de las enigmáticas sorpresas que siempre depara el futuro. Y crecer con el viento de las montañas, con la simpatía de Hortensia, con el aroma de azahar, con la fresca sonrisa de esa boticaria que es una primavera de mujer, y con el fuerte abrazo propio y mío que se llama ilusión.
- ¡AL ATAQUE! -

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