Tú sales al chat. Con nombre ficticio y todo eso. Pero, te dejas leer. Te das a conocer, conoces gente, y se crea la interacción. Con unos congenias más, y con otros congenias menos. Tú te das, y ellos te dan.
Y a veces, se queda en un mismo "bar". Y ya vas allí y tal. Y no vas a otro. Cada periódico suele tener su propia taberna, o incluso varias.
Y te haces a un determinado chat. Y compartes con las mismas personas, todos los días. Y va un día, y como no depende de tí, resulta que el bar ha cerrado. Y el cierre de dicho café, se ha llevado tu nik y tu historia. Los más afectados, serán lógicamente los más veteranos, o los que con mayor ilusión acudían a dicho chat/bar.
El chat, ha cerrado. El que yo iba. Pero nosotros no nos cerramos, porque somos sociales. Y aunque al principio pareces desconcertado, descolocado y hasta incrédulo, todo se mueve en esta vida. Aceptas, que no eres ni tienes porqué ser un adicto a un bar. Sino que sencillamente, de la misma manera que lo echas de menos, sientes que necesitas comunicación virtual, además de la de verdad de tocar y palpar. Y entonces, reaccionas. Y más pronto que tarde, piensas que no hay barero ni cafetero que pueda ponerte triste. Y, te espabilas. ¡Faltaría plús!...
Y ves lo del mesenger, y qué te queda, y qué apuestas siempre sociales has de hacer, y qué rumbo tomar, y qué camino seguir. Y mientras reflexionas sobre el cierre del bar virtual, suena un teléfono real, o te llaman del correo electrónico, o te dejan empáticas preocupaciones de deseo de volver a vernos como durante tantos años.
Ni se acaba el mundo, ni gaitas. Mi chat ha cerrado, pero mis amigas y amigos siguen ahí. Y éso, no lo borra un empresario de la comunicación, ni leches. Éso, lo reabres, tú. Y te reafirmas, y te levantas, y nada cambia, y te pones de pie, y algunos amigos tomarán otros rumbos, pero siempre imperará tu libertad y la de los tuyos.
Insisto. Un chat ha cerrado. Pero los sentimientos siguen ahí. Y seguiré queriendo a quienes me han querido y no veré, y seguiré con la buena gente que continuaré viendo en adelante, y sobre todo, y por encima de todas las cosas, habré aprendido mucho en el viaje que no cesa.
-UN BESO A LOS QUE YA NO VERÉ-
2 comentarios:
Sí, mago. En la vida no hay ni amigos ni enemigos: solo maestros.
Amunt¡
Mil abrazos, amigo!
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