Treinta y nueve segundos. Tras algunos miles de kilómetros de recorrido, Alberto Contador ha conseguido ganar su tercer Tour à France, en la última contrarreloj de cincuenta y algún kilómetro, por los ya citados segundos. Agónico.
Ha sido un Tour un tanto raro. Alberto no ha tenido la chispa y la alegría de otras ediciones de la ronda gala, y ha debido de asistir al nacimiento de una gran promesa que será su rival en futuras ediciones. El luxemburgués Andy Schleck, le ha aguantado al campeón madrileño los ataques en la montaña, y también le ha sorprendido en el llano. La contrarreloj final, lo dice todo. Este chico Andy, ha merecido con creces su segundo puesto. Y ha estado a punto de ganar el Tour y donde menos se le esperaba. El ciclismo está de enhorabuena y sale ganando. Al Tour ha vuelto la emoción futura.
Por lo demás, la mítica carrera francesa, que se ha caracterizado por soportar un calor brutal, ha sido bastante decepcionante. En primer lugar, porque solo dos ciclistas han demostrado opciones de triunfo: Contador y Schleck. Pero todos los demás, han estado demasiado lejos y sin opciones desde un primer momento. Quizás la ausencia del dóping le ha dado más realidad a esta burrada de tres semanas en Julio, en la cual todo aquel que logra llegar a París ha de ser sin duda un atleta y superdotado.
No se ha atacado en la gran montaña a pesar de que sobre el papel, había puertos de sobra para haberse producido escabechinas. Pero, o bien el ciclismo acusa la falta de grandes estrellas, o bien la capacidad humana de hacer heroicidades diarias, tenga sus límites y su realidad.
Un Tour, con demasiado fair play y pijadillas, demasiado conformismo, muchas horas en la tele del Teledeporte con Perico y Carlos de Andrés, un calor brutal, y mucha siesta y sudor.
Alberto Contador ha sufrido como un perro en la última contrarreloj, pero ahí ha demostrado ser el campeón. Por tirarle bemoles y capacidad de sufrimiento. Ha sacado la casta.
Pero no ha sido un Tour brillante el del corredor de Pinto. Esa frescura, esa alegría, ese saltar encima de su bicicleta, y esos demarrages, solo se han visto en las ocasiones justas y casi obligadas. Y es que no siempre se puede estar rutilante. Y Alberto nos había mal acostumbrado.
Es igual. Tercer Tour al saco. Y Andy Schleck se consagra como aspirante. Gracias, Tour, porque en tu centenario has vuelto a mostrarnos expectativas y paisajes para soñar.
- ¡ENHORABUENA, ALBERTO! -
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