viernes, 15 de febrero de 2013

- PISTORIUS TAMBALEA SU LEYENDA -



Oscar Pistorius. Hasta su apellido es poco convencional. Todo en el gran Pistorius   es    llamativo y rotundo. No es un cojo al uso.   A Pistorius debieron amputarle las piernas al poco de nacer, pero logró tener admirada superación y poca barrera. Se crió entre una sudafricana familia de dinero. Sudafricano, blanco, dominador, portentoso y con el Damocles de sus piernas desafortunadas.
Pistorius ha sido el mejor atleta paralímpico que la Tierra ha conocido. Y, además, el rey de la velocidad. Un milagro hecho realidad, un asombro meduático y audaz, con la potencia de un caballo sobre el tartán de las pistas. La maravilla coja que podía hacer hasta preocuparse a los consagrados y mitos mundiales del estampido de la pistola del juez de salida, era alto para ser veloz. Mas, sobre todo, contaba con el génito condicionado de su nacimiento así. Sin piernas. ¿Cómo coño se corre sin piernas? ...
El dinero y la ciencia, cuando van de la mano, pueden hacer cosas increíbles. Cuando el mundo paralímpico era un refugio de menores excluídos y sacados a la palestra para lavar conciencias y vergüenzas, un tipo alto y poderoso metía un gran golpe de mangas a la tradición y a los consensos. ¡Estoy aquí! ...
La prótesis. Sí. La prótesis con fibra de carbono puede hacer que los cojos logren andar. Hasta ahí, la gente puede llegar a no asombrarse. Pero, que sirva para llegar al Olimpo del deporte, de los medios, de la televisión, y hasta de los Juegos Olímpicos de toda la vida, éso ya es otra historia. ¿Los cojos pueden correr más deprisa que los no cojos?, ¿la prótesis puede ser una trampa y una ventaja?, ¿no hay que esforzarse tanto?, ¿qué leches pasa aquí?, ¿qué amenaza para la normalidad pueden constituír los tullidos? ¡Ninguna! Pero el mundo actual es estético y finolis, y el hombre quiere ser Dios sin esperar a más reencarnaciones. El hombre cojo, y el hombre no cojo. Tod@s.
Oscar Pistorius, no es solo que tuviera el morbo de llevar unas prótesis feísimas y nada sexys. O que poseyera la osadía que nunca el límite permite. No. Pistorius lo que tenía era la potencia de una bestia parda cuando movía su cuerpo alto e imperial. No se puede saber si iba a amenazar el reinado de los grandes felinos jamaicanos o estadounidenses, pero las matemáticas no fallan: sus marcas eran colosales. Era una estrella blanca, que te podía ganar en el 200, en el 100, o en el 400 metros lisos. Un rayo de fuerza, y un portento desde una naturaleza aparentemente menor. Era un hércules de las pistas, capaz de dejarte realmente reflexivo. ¿Mago o impostor?, ¿cojo o sublime?, ¿las prótesis?, ¿cómo es posible?, ¿debo aceptar que ...?
Sí. Lo consiguió. Estuvo arriba. No logró llegarle al extraterrestre Bolt, pero sus prótesis nunca andaron ni volaron lejos de nadie. Y su inconformismo y rebeldía, se convirtieron en un evidente acicate no exento de polémica. Su espíritu de superación, ahí queda. Nunca antes nadie pudo pensar que un cojo podría revolucionar todas unas durísimas reglas del juego de la conveniencia y del límite. Ahí quedaba para la historia del atletismo un verdadero león. Un mito. Un ejemplo a admirar que te deja confuso y con la lengua afuera. Lograba ser mediático y popular, entre su morbo y sus hazañas impensables.
Febrero 2013. Pretoria. Oscar Pistorius tenía armas en su casa. Acaba de disparar cuatro tiros a su novia bella y espectacular, y la ha matado. El mito, tambalea su leyenda. Es, un asesino. El héroe, pasa a la categoría de sucio villano que mata a las mujeres.
La vida de Pistorius es una película. Una película trepidante e indómita, en la que todo son sencuencias veloces e imparables. En esa película hay deporte, ciencia ficción, superación, éxito, llantos, emociones, chicas despampanantes, tiros, muerte, policía y malo. De todo. Es una película precoz y convulsa, asombrosa, desconcertante, mágica y con final nefasto.
Ahora empieza otra cosa en la vida del mito Pistorius. Ahora es un asesino que buscará veloces abogados para paliar su pena. Pero, ante el mundo, su estrella y brillo han terminado. Sus prótesis ya no le servirán para la admiración sino para el vil rechazo.
-INTENSIDAD Y LEYENDA-

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