martes, 5 de febrero de 2013

- EL RETO DE LA NOCHE -



Oscuridad, amenazas y luces, invierno y farolas, espacio de personal libertad que abre y espera un inciso entre el atardecer y el alba.
Noche. Noche rotunda e inapelable, definitiva y señora, reina de todo el color de las horas en las que el sol se fue de viaje circular y alejado. Noche de tus ojos negros y femeninos, llenos de pestañas exhuberantes que abren de fulgor un tiempo de seducción.
Noche. Noche de amplitud de y caderas, noche de vientos huracanados y aullidos de encalmadas, noches de bikinis en la playa serena de un cala perdida en la costa imparable de tus deseos. Noche de todos.
Cuando cae la noche, los animales diurnos y voladores se repliegan en orden militar hacia una atmósfera de mutismo y de descanso. Y en las ramas y copas de los árboles, mora una vida que se entremezcla con el enigma y la quietud. La noche. Noche de vida y paz.
En el barrio chino, salen las samaritanas del amor. Y los clientes, con gafas negras y coches anónimos de idéntico color, las rondan y pulsan económicamente las ofertas. El momento de los insatisfechos y de los necesitados de un amor que les compensa el malestar. Y también es tiempo de amor adquirido. Amor de monedas y consenso.
En medio de la noche desnuda, un enorme perro lobo suelta un aullido que rompe el aroma blanco del vacío de la calle escondida y desierta, y su sonido semeja   al   de   un   hombre  desesperado y excluído. Evocar tiempos de miedo y de soledad, de desgarro y de intemperie, de queja llorosa y de sangre emocional, de vulnerabilidad y hasta de exquisita verdad. La noche y su sello.
La noche y la radio. Confesiones en voz baja y en confidencia. Palabras crudas y quedas en el oído de una locutora psicóloga, profesional, generosa y excelsamente escuchadora. Qué bien saben escuchar los periodistas de la noche del dial. Magia de seda en su femenina voz de paz. Sueños, realidades, y hasta idealizaciones.
Noche. Cuando las estrellas salen de su caparazón, e invaden en un cielo mágico     y    de  esoterismo a esa pareja de enamorados que se miran hechizados anticipándose a todos  los apriorismos y a las impresiones. Porque los amantes se toman de la mano y solo saben que se aman. Y que todo lo demás, incluído lo más bello de la naturaleza, está demasiado más abajo de la magia de su amor real y dual. Compartida la noche por los anhelos afortunados.
Amor y noche, dolor y tiempo sin sol, urgencia sanitaria a destiempo y cópula de vino y hotel. En la noche está toda la sorpresa y todo el anonimato de la libertad. Son horas y más horas en donde cabe un libro de vivencias que hasta pueden ser inesperadas y bien que diversas. La bohemia, la música, el carnaval ...
Siempre noche. Para que descanse el día, para que el sobresalto le dé vidilla a lo diurno, para que el techo de un hogar le tenga compensación y capa al temporal exterior, para que tu sueño sea un tiempo profundo y personal, y para que la discoteca te haga sentirte vital y como si estuvieras en el monte a las doce de la mañana de un día soleado. Sol oscuro y de danza imparable.
Espera, día. No amanezcas aún. Déjalo todo como está. Que se enfríe el tiempo de lo laboral, que mengüe el ruído y venza el espacio de la pausa y de yoga de la vela y de la cama. Y si eres extremadamente feliz, le dirás a tu chica que te abrace sin los vestidos y que te dé un beso y que te ame. Que te colme y te haga feliz.
-Y ELLA HARÁ EL SUEÑO DE TU NOCHE-

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