lunes, 4 de octubre de 2010

- VANIDOSO -

Me considero un hombre bien afortunado con las mujeres. Sin saber muy bien el porqué, ya de niño y adolescente pude notar que no pasaba desapercibido para las féminas. Y como siempre he hecho mucho deporte, dicha vitalidad no pasaba opaca ante nadie.
Engaño mucho. La cámara de vídeo no dice la verdad. Porque aunque no soy un prodigio de belleza física, mis gestos están guiados por un duende burlón y tierno, el cual hace que muchas hijas de Eva pongan sus ojos en mí. Yo, no he sido.
No soy alto. Ni tampoco un atleta súper espectacular. No. Ni falta que me hace. Mis ojillos vivarachos, coqueteados por unas actuales gafitas, me confieren una personalidad y un carisma singular, los cuales no pasan distraídamente entre la gente.
Yo no soy ni me considero un hombre selectivo. Bien es cierto que me encantan las mujeres exhuberantes, pero tampoco hago ascos a la rica diversidad del diferente y rico cuerpo de mujer. No voy a decir que me gustan todas las mujeres, porque entonces no haría sino mentir como un perfecto bellaco. Solo apuntaré, que me gustan muchas mujeres. Aunque, algunas en especial. Pero por lógica y por ética, me niego a dar nombres.
Me iniciaron en la pasión del amor, un par de alemanas. Por aquel entonces yo debería tener unos diecinueve años. El escenario era mágico. Nada más ni nada menos, que la arena mítica de la no menos emblemática playa de La Malvarrosa.
Como caballero español,-era mi obligación-, dejé bien satisfechas a las citadas treinteañeras teutonas, dejando claro que mis dotes como amante eran realmente destacadas. Me fue difícil sacarme de encima a las dos turistas germanas. Hasta que cedió el verano.
No me gustan las mujeres de una determinada región geográfica mundial. No me importa su raza ni el color de su piel. Todas tienen mucho que aportar. Sostengo la teoría de que las mujeres son, en todo, superiores a los varones. Las he observado mucho, y creo saber de lo que hablo.
Sin falsa vanidad, y volviendo al inicio de este escrito, quiero deciros que toda esa atracción que las mujeres sienten por mí, es un hecho natural. Quasi mágico. Simplemente, surge y se genera. Y no hay nada más maravilloso, que éso surja. De verdad.
Soy consciente de que centenares de varones tienen un gran currículum, y jalonado de grandes éxitos con la grey femenina. Es una obviedad. Hay hombres que ligan mucho. Que, parecen estar ahí para gustar. Pero el Mago no les tiene la menor de las envidias.
-NO EXISTEN LOS CELOS-

1 comentarios:

...y sonó el despertador...

qué putada!

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