lunes, 18 de octubre de 2010

- HABLANDO DEL TIEMPO -

Lunes, dieiciocho de Octubre. Tras un verano durísimo y una primavera deliciosa en lo que llevamos de otoño, a mi Valencia ha llegado el fresco. Por lo menos, hasta media mañana. Por lo tanto, ahora sí que notas que hay que cambiar. Hemos de buscar ropa de abrigo, y mira a ver dónde están las cazadoras, los jerseys, calcetines y ropa más gorda, y todas esas cosas. Porque, aquí, acostumbrados todo el año a un clima templado y cálido, va y de repente te sorprende todo ésto. El cuerpo no puede acostumbrarse tan deprisa a la nueva situación. Y allá que van los catarros, constipados, gripes, y todas esas enfermedades que se relacionan con los cambios súbitos. En el fondo, tiene su encanto la llegada del fresco. Como todos los cambios que están llenos de novedades y de sorpresas. Sí. El fresco del otoño me dice, que no se puede ni debe estarse quieto. Que todo es renovación. Que, renovarse o morir. Que no hay otra. Que más pronto que tarde, todo muta y cambia. De hecho, hace ahora que pienso como una semana, que ya vi a mendigos o excluídos durmiendo en el interior de las Cajas y Bancos. Allá que se preparan,y la ven venir. Se pertrechan con ropas estratégicamente excesivas para pasar la noche, y se ayudan de cartones, y para adentro que van. A veces pienso que la mejor labor social que hace un banco, es el proporcionar calor en la noche y cobijo a los que ya no cuentan. Indirectamente y sin proponérselo. ¡Ah, por cierto! Voy a ir mirando el tema de las estufas, de el que la casa tenga su confort y su adecuación por la cuenta que me trae. Es una casa extrema, antigua y húmeda, aunque bien llena de luz. En mi casa tengo luz del sol ya en el mes de Enero o de Febrero. Y yo soy de Valencia, y amo Valencia, y necesito imperiosamente la luz de mi Mediterráneo. Y, el tema mantas. Ahora podemos disfrutar de un buen descanso reparador. El otro día, ya pasé frío mientras dormía. Un descuido de confort y confianza, y al día siguiente ya me picaba la garganta. Paracetamol al canto. De modo que, a las mantas. Soy un exagerado, y ya he puesto hasta tres para curarme en salud y para que no me pille el toro. Así, por la mañana, y a pesar de la pereza, tendré la sensación plena del descanso reparador. Lo mejor del otoño es el sol del mediodía, que se come los frescos y acaricia la piel si no se levanta viento. Es una gozada el sol de las horas centrales del día de los octubres y el de los noviembres. Necesito sol. Y luz. Aunque sea en otoño. No puedo negar que soy de aquí. -¡BUEN LUNES A TOD@S!-

2 comentarios:

Feliz otoño, Mago.
Buena semana para ti

Lo mismo te deseo, amiga Honey.

Esmuaksss bien mágicos!

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