El avión de Malasia. El misterio. El impacto mediático y toda la especulación. La desaparición, la impaciencia y las leyes de la física. Lo inesperado e incomprensible. La sociedad de la seguridad. El tiempo inconcluso. La película extraña en la que ganan los malos. Las limitaciones. El cuento troceado e inacabable. Las charlas y teorías acerca del porqué. La fascinación por lo extraño.
Las preguntas y los inconformismos. ¿Cómo es posible que un coloso sea invisible?, ¿por qué falla toda la investigación? Un avión es gigante, y no una hormiguita desapercibida e imposible.
¿Qué es el imposible? Bien pocos son quienes sienten el dolor de las ausencias y de las más que probables muertes. Hay algo que nos hechiza y mueve más. Es la decepción de no tener noticias. Y la esperanza de que en breve se nos diga todo lo que pasó y aparezcan todos los restos de la nave, y que se nos cuente de la a a la z absolutamente la totalidad de lo sucedido. Desnudas las dudas.
Sentimos en la incertidumbre, que algo se nos oculta. Que, tenemos derecho al desafío libre del conocimiento y de la nueva. Solemos creer en la diosa seguridad y en papá orden. Y entonces lo raro molesta y aparta.
Queremos un mundo ordenado, previsible y eficaz. La ficción solo la deseamos para los libros o el cine. Sentimos el fracaso ante todo lo no perfecto, y nos sentimos decepcionados y estupefactos con nosotr@s mism@s. No podemos alcanzar el Everest cotidiano, y eso nos lleva a la frustración y a la idea de la menoridad. No somos tan grandes como preveíamos. Algo falla. Ahora es el dominio de la desaparición y de la ausencia casi repentina. ¿Los héroes se han quedado desarbolados y hasta desnudos? ...
Si estamos con alguien y de repente volvemos la cabeza y ya no está, surge la sorpresa y la alarma. Y buscamos y pensamos las soluciones y las calles de las causas. La ausencia golpea nuestras previsiones más obvias y primerizas. De inmediato se dispara nuestra alarma del saber. En las neuronas no encaja lo otro. La otra esquiva realidad. ¿Dónde, cómo, cuándo, por qué, cuántos, qué fue, cómo ha sido posible, por qué se tarda tanto en conocer la verdad y la resolución definitiva?, ¿la Ciencia es más timo, boba, y carente de lo que pensábamos?, ¿la tecnología no es tan diosa y tiene mucha menos credibilidad?, ¿qué demonios es esta incertidumbre y este misterio?, ¿cómo puede estar pasando esto del avión?, ¿un rastro lleva al lugar?, ¿existe el crimen perfecto e indetectado?, ¿sigo preguntándome? ...
Nos refugiamos en la idea de que el avión va a aparecer. Eso de rendirse no es bueno para nuestros sueños. Vivimos en la sociedad de la información. Seguramente, cuando alguien lea este escrito todo esté ya oficialmente aclarado. Quizás, un mero y sonoro paréntesis ...
O quizás más tarde, o alguien ha tenido que ver o notar algo, la inteligencia es tozuda y laboriosa, y demandamos un mundo más eficaz para no decaer en el facilón humorismo y en la decepción.
Pocos piensan en que nada se logrará. A nadie le gusta la tara o la imposibilidad. Queremos que el asesino siga volviendo al lugar del crimen. El que nunca se sepa nada no va a entrar en nuestros planes. Hemos de llenar el vacío con lo que sea. Hemos de apurar todas las aguas y todas las fuentes. Seguir.
Seguridad y previsibilidad. La ausencia y la zozobra no son lo mejor. Y también es una atracción brutal y un reto de inconformistas. No nos gusta que nos digan que no y que no se puede saber. Es el gran éxito del triste y sorprendente folletín del avión malasio. Crece el gigante desconocido. Hasta que pase algo y cambie todo. Mientras pueda seguir el recuerdo y la extraña atracción.
-LO POSIBLE-
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