martes, 18 de marzo de 2014

- EGO -



Me llamo Zeus. Como el jefe de los dioses. Soy el mejor entre los seres humanos que pueblan la Tierra. No hay nadie como yo. Soy el más destacado y superior de entre las gentes. Tengo ese don. Soy el más grande, el número uno, el gran privilegiado de los seres que viven, y seguramente la mejor solidificación y concreción que el azar decidió.
Amo la perfección porque me veo capaz de llegar a las cumbres más aparentemente descartables e imposibles. Sí. Mi cuerpo es de apogeo, bello, fuerte y joven. Siempre he sido fuerte. Fui un niño superdotado. En la escuela sacaba las mejores notas. Ya entonces aparecía en mí la cualidad de alguien distinto, elevado y especial. Pionero y hasta inaudito.
Y así he seguido de adolescente y de joven eterno. He logrado muchas carreras universitarias y he destacado en todos los deportes. He logrado amasar substanciosas sumas de dinero gracias a mi talento emprendedor y certero, y a mi lado siempre se han ubicado las mujeres más hermosas.
Mi vida ha sido un lujo y un regalo desde la misma cuna y desde mis primeros atisbos de recuerdos. Mis padres fueron gente de nivel, nunca les faltó de nada, y heredaron tierras y haciendas.
No tuve hermanos. Fuí el único y deseado hijo de una familia de altura. Nada me faltó. Siempre conocí el cariño y el afecto de tod@s. Pero también negocié con muchas envidias. Era lógico que a mi lado los mediocres me lanzaran miradas de rechazo. Porque la envidia corroe y destruye. Y la gente es muy de porfiar y a veces pugnan por derribar mi grandeza infructuosamente. Esto es guerra.
Medirse contra mí no es precisamente la mejor idea. Estoy en una excelente posición de privilegio social. Soy el director de una de las multinacionales más potentes y necesarias del mundo, pero soy más que previsor. Conozco los resortes del mundo. Sé qué hay que hacer en el después.
Y cuando ya no ocupe este cargo de alturas, tengo previstos perfectamente los relevos. Mis próximos cometidos están perfilados y definidos. Sé que lo haré cuando no esté en donde estoy ahora. Tengo mil opciones, puertas e influencias. Y además los retos siempre me parecen sexys y deseables. Me excitan y estimulan. Me encanta la dureza y la adversidad, y solo el pensar en la idea de la derrota me trae la sonrisa. Nunca existe para mí la menoridad. No puede ser. Porque los demás ni siquiera pueden llegarme a la suela de mis zapatos.
No alardeo, sino que me dedico a ser meramente sincero. Descriptivo y real. A veces siento que precisaría de rivales de mi nivel, para que mi valía destacara todavía mucho más. Es lo que tiene ser el más grande y capacitado. Las desventajas de ser superior a todos los otros.
Nunca me he casado. Desprecio las normas y las tradiciones. Cuando me gusta una mujer, le veo la clase y la distinción además de su belleza, y entonces pongo a su disposición toda mi energía para poder satisfacerla. Y he de decir que gusto a las mujeres, y que paso y pasé con ellas los mejores ratos y estares de mi vida.
Lo que pasa es que no puedo detenerme, y siempre hallo una dama mejor que la anterior. Y no solo el hecho de la belleza o de las arrugas, sino que el paso del tiempo me hace descubrir a señoras más fascinantes y más atractivas. Nuevas. Y cuando veo a una mujer más increíble todavía que la que estoy en un momento del tiempo, voy hacia ella con todo mi deseo y pasión. Son todas admirables y siempre me sorprende su magia.
No creo en el amor. No cuaja. Es pasajero y mareante. Me gusta la estabilidad, la seguridad, el confort económico, y me perturban los disgustos y males de los enganches de los afectos de los cuales huyo a toda prisa.
Me he hecho a la comodidad y al bienestar. Viajo siempre, veo mundo y me encanta la tecnología. Me siento muy bien conmigo mismo y totalmente un alguien afortunado.
¿HE DE PEDIR PERDÓN POR ELLO?

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