Asustado al principio. Lo reconozco. Mi rodilla izquierda decía que no. Me estoy rehabilitando en casa, sobre una bicicleta estática de cuarta mano, pero de mucha mejor intención.
¡Coño! Llevo media hora de meneo en la bici, y tengo el culo destrozado. El sillín se me clava, y eso molesta que no veas. Pero, insisto, ¿cómo resistirá estas cargas de entrenamiento mi lesa rodilla? Pronto o tarde, lo iré sabiendo.
Lo primero que hago, es cerrar los ojos y confiar. Ir despacito, y hacer que las flexiones no dañen mi rodilla izquierda desgastada y lesa. O, procurándolo.
Poco a poco, empiezo a notar sensaciones. La posición mía en la bici, no es la mejor. Pero si bajo la altura del sillín, me haré tanto daño que veré las estrellas. A aguantarse tocan.
Llega un momento en que necesito ponerme de pie sobre la bici, o la espalda se me recargará. Y, ante mi sorpresa, alzo los brazos y me dejo ir. Hago que las piernas vayan a la suya, y comienzo a quitarle gravedad y dramatismo al ejercicio. Solo es una bicicleta estática, un hombre arriba dándolo todo y deseándose lo mejor, y una rodilla que agradablemente va aguantando sin resentirse.
Hasta que me llega la euforia. De pronto me siento hasta ciclista. Como si estuviera a punto de amenazar los récords de los grandes campeones del fondo. Como un Induráin en contrarreloj, como una fiera sin freno, o como una euforia sin atadura.
De repente, vuelvo a asustarme. A ver si me hago daño. ¡Cabeza! Cerebro y control. Esto no es ninguna carrera, y solo es un necesario ejercicio de rehabilitación, en mi casa particular, y rodeado de vecinos sorprendidos por mis facultades extrañas y sonoras. Contención. Solo es recuperación y gimnasia correctiva. Nada más y nada menos.
Mañana, seguiré dándole a la bici. No me he resentido, y eso es una excelente noticia para mí. Me duele el culo por el sillín, y eso me fastidia. Pero, me aguantaré.
Y mañana no trataré de hacer lo de hoy. En absoluto. Lucharé con todo mi corazón contra las extrañas euforias. Lo importante no será el alarde, sino la obediencia debida y sensata al consejo médico y rehabilitador. Buen propósito.
Pero, también habrá un pequeño espacio para mi pequeña épica que me saque del tedio. Y le daré duro a los pedales, aunque sea algunos segundos. La recuperación también ha de ser excitante y novedosa, y yo siempre me he considerado un heterodoxo irredento. Pero, la mejor noticia, es que sigo ilusionado en busca de esa esperanza que se llama progreso y recuperación.
¡VAMOS, MAGO, VAMOS!
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