martes, 14 de junio de 2011

- FEDERICO Y LA CALLE DE ENMEDIO -



Si un día laborable se te ocurre poner una determinada emisora de radio por la mañana, podrás pensar que en vez de encontrarte en un país europeo y avanzado, te hallas en    una subdesarrollada república de bananas o guacamoles.
Por éso, si con el dial en el que está Federico J. Losantos te topas, lo mejor es observarle con un necesario y exótico sentido del humor. Y pensar, que de la misma manera con la que el fascismo político avanza en nuestro Continente a niveles francamente alarmantes, todo lo demás no puede permanecer al margen de la citada fatal deriva.
Federico, no anda con complejos. Todo lo que huele a "rojerío",     le    produce   verdaderos  sarpullidos. Y, como todos los días tiene un micrófono delante de él, empieza a soltar toda su mala lava y baba, de demagogia hueca e insólita.
Se mete por la calle de enmedio, y empieza a soltar estopa y de mal modo, a unos y a otros. Puedes escucharle insistir hasta el tesón afortunado, dando la vara con el famoso 11-M. Y después, le oirás hablar del terrorismo, de la ETA, de Rubalcaba, de Batasuna, de los actores españoles, del Partido Socialista, o de sus últimos enemigos: los chicos del Movimiento 15-M, a los que llama "indignasunos", relacionándolos con los abertzales afines a ETA.
Sin rodeos y sin miramientos, el tal Federico J. Losantos se relame y regodea en el insulto y en la descalificación de quienes no ve como los suyos, y arrea y arrea, hasta casi caerse de culo. Como una obsesión extraña.
Tiene, cierto tirón popular. Dice cosas que dan morbo, y a los no demócratas de este país les hace mucha gracia. E incluso, hay gente de cualquier tendencia ideológica que le sintoniza, para poder oír de esta manera las tremendas burradas que se le ocurren cada mañana.
Es ciertamente lamentable para el periodismo,-y no digamos para el prestigioso periodismo de la radio-, que un personaje de este calado pueda figurar como un periodista    más   y  normalizado, entre las demás ofertas que el periodismo inmediato, vivo y de transistor, nos da.
Pero lo más grave es, que Federico sigue ahí cada mañana. Que, sus compañeros, le guardan silencio. Que, le consienten que haga el niño travieso y malo, día tras día. Seguramente, en un país menos populachero y más riguroso, a Federico no le darían    la  menor    cancha   de participación.
Mas, insisto. El que Federico esté ahí todos los días dando la traca, no es una casualidad. El avance ultraneoliberal en Europa, le proporciona empuje y le da un soprendente pábulo.
-DESGRACIADAMENTE-

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