Si estuviera en mis dominios la potestad de volver atrás. Si no pudiera derrotarme el pasado. Si hubiera un camino o senda, que me devolviese al justo lugar que de niño yo ocupaba, seguramente todo tendría otro color.
Sí. Si fuera todavía más joven de lo que soy ahora. Si mi vitalidad pudiera recuperar los caminos de aquella adolescencia y juventud que nunca pude tener, quizás mi ahora sería más conexo, fortalecido y realizado. Más pleno.
Si las oscuras golondrinas de antaño fueran capaces de volver a mis playas a soñar, seguramente sus trinos musicales y vitales tendrían un calor y fulgor, especiales y enormemente distintos.
¡Oh, nostalgia! Si fuera posible ajustarle las cuentas a mi pasado y ofrecerle perdón. Si no me hubiese caído tantas veces y otras tantas, levantado. Si hubiera seguido estudiando e investigando hasta tener estudios superiores. Si me hubieran amado más ...
Si hubiese tenido más fortuna, si mi vicisitud hubiese tenido menos volumen de desagradables sorpresas, si me hubieran dado aquella mano que poco recuerdo, o si mis mejillas y todo yo pudieran tener todavía los besos sonoros y escasos que me racanearon y que seguramente marcaron mi vida. Si hubiera tenido aquella media novieta de dieciséis años, que casi todos pudistéis tener. Si el condicional si, no tirara ahora tanto de un deseo de fantasía inalcanzable. Si no condicionara tanto mi ágora personal, os aseguro que me sería otra cosa.
Si Diciembre pudiera ser Febrero, o si la magia lograra derrotar a toda la realidad cotidiana, o si pudiera tener treinta años en vez de cincuenta.
Si los pájaros fuesen mariposas, si los papeles hierro, si las piedras espuma, o los gatos centauros. Si tus labios fuesen mi boca, o la tarde un amanecer, o tu vida la mía, o un teatro un aula de química, o el planeta una forma triangular y heterodoxa.
Sí José Vicente no fuera Mago, o si mis letras no fueran las mías, o si tus ojos fueran los de aquella mujer, o si los cambios solo pudieran ser iteraciones.
Si la nostalgia de mi pasado no tuviera lugar, si mi lamento no empezara hoy, o si mis risas o llantos fueran un sol o unas estrellas, mi realidad pertenecería a un universo inventado, escasamente creíble, y tremendamente chato e inexistente. Sí. Si pudiera caminar siempre rumbo al futuro, con la audacia del galáctico astronauta, siento que podría poner mi bota en una superficie más excitante.
-BESOS-
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